Es momento glorioso cuando el niño deja el vientre materno y se le corta el cordón umbilical: en ese momento empieza una vida autónoma, el crecimiento y desarrollo en todo sentido viene de lo que recibe desde el exterior y no del vientre de la madre que hasta ese momento le procuraba todo lo necesario para existir.
Meses más tarde veremos a sus padres gozar cuando de llevarle de la mano comienza a dar pasos la creatura de manera autónoma; igual pasará cuando días después de su primera bicicleta o sus primeros patines, se suelta de la ayuda paterna y sonriente se desplaza despacio primero y después veloz.
Es ley de la existencia: dependencia primero y poco a poco independencia, pero en base a aprendizajes y experiencias adquiridas con el correr de días, meses y años.
Por ello vale la pena recordar lo sucedido el 6 de febrero de 1984; después de varios viajes espaciales unos cortos y otros largos, de haber osado salir de las naves que recorrían el grandioso y misterioso espacio que saluda el cosmos siempre atados al cordón umbilical de un cable que les permitía estar unidos a la nave madre y regalaba la experiencia de flotar en la inmensidad del desconocido espacio, ese día ocurrió algo esperado pero que llevó a años de preparación cuidadosa.
Ese día, hace 35 años hoy, el astronauta de Estados Unidos Bruce Candless se convirtió en el primer astronauta y primer ser humano en flotar en el inmenso espacio sin ninguna conexión a la nave matriz.
Proeza grande, emoción única: en alguna entrevista él resaltó el hecho como grandioso que abrió inmensas perspectivas a la navegación de seres humanos en el espacio hacia la conquista de nuevos ámbitos del cosmos: salir de la nave, navegar en el espacio y volver a su cabina de manera autónoma, sin conexión umbilical a la nave, fue sin duda alguna un paso inmenso.
Para los seres humanos del común, que pisamos tierra firme, también llegan momentos similares de libertad desde el corte del cordón umbilical; esas liberaciones diarias, esos pasos de novedad: escuela, universidad, empleo, nuevas responsabilidades, vocación, urgen actitudes de valentía, audacia y equilibrio para conservar la madurez y el avance de la vida sin perder la alegría, la esperanza, el amor. Es un nacer de nuevo como dice el Evangelio.
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