Los empresarios del país estamos tan preocupados o más que nuestros propios gobernantes por el grave incremento en la tasa del desempleo generado por las drásticas medidas adoptadas tanto por el gobierno Nacional, como por los gobernadores de muchos de nuestros departamentos y los alcaldes de las principales ciudades con el fin de mitigar la propagación del covid-19. Lo anterior ha llevado a que Colombia, al igual que muchos otros de nuestros vecinos, haya perdido los significativos avances logrados en las últimas décadas para reducir los niveles de pobreza de nuestra población, al punto que los economistas estiman que al final del año cerca de un 40% de esta estará sufriendo de algún grado de pobreza, lo que en mi opinión es una verdadera “bomba social”, que se convierte en caldo de cultivo para los populistas, que ven la oportunidad de alcanzar el poder y supuestamente solucionar milagrosamente todos los males de nuestra imperfecta democracia.
Por ello considero que el Gobierno y los empresarios debemos acordar un plan de acción que permita crear las condiciones para generar empleos de calidad, y sin duda el sector agropecuario sería uno de los que más rápidamente podría hacerlo, siempre y cuando se desmonte la competencia desleal que representan las importaciones de un sinnúmero de productos que nos llegan de países que subsidian a sus agricultores y ganaderos, por lo que los excedentes de estos elementos los pueden vender a precios irrisorios, muy por debajo de los costos de quienes los producimos localmente. Esto en teoría es una buena cosa para el consumidor final que se beneficia de esos menores costos, pero al analizarlo más objetivamente podemos concluir que el resultado para el país es altamente adverso, por varias razones, entre otras:
1) Se gastan las escasas divisas que actualmente generamos por la caída de los precios de los hidrocarburos, que son nuestro principal rubro de exportación. Pero tal vez lo más preocupante es que no se generan los empleos que se podrían lograr en el sector agropecuario, si por ejemplo no se permitiera el ingreso de etanol producido a base de maíz altamente subsidiado por el gobierno de EEUU, ni de lactosueros y leche en polvo provenientes de varios países que también otorgan subsidios a sus ganaderos. Pero lo más grave es que esos productos los disuelven en agua buscando asemejarlos a leche genuina y les agregan azúcar para hacerlos mas apetecibles para los niños a quienes esas bebidas azucaradas, por supuesto, no les hace ningún provecho.
2) Como en adición a lo anterior se importan muchos otros productos, que sería largo mencionar aquí, de hacerse un análisis de los beneficios obtenidos vs los perjuicios causados, no me cabe duda que el sector agropecuario podría contribuir significativamente a la generación de empleos de calidad en algunas de las zonas más deprimidas del país.
Si además de lo anterior el Gobierno continúa con los proyectos de infraestructura de 4a y 5a G, así como con el Programa “Obras X Impuestos” que permite a los contribuyentes invertir en la construcción o mejoramiento de vías terciarias, escuelas, puestos de salud, alumbrado público o alcantarillado, en pocos años Colombia será un mejor país, con menores niveles de pobreza y por ende menos apto para caer en manos de quienes predican el cambio de rumbo al estilo de lo que ocurrió en Cuba y últimamente en Venezuela.
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