Recientemente el profesor Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial (FEM) y el también economista Thierry Malleret, fundador de la Red de Riesgo Global del FEM, publicaron el libro “Covid-19: The Great Reset” como un llamado a la acción de todos, y especialmente de nosotros los jóvenes a imaginar un nuevo mundo.
A causa de la pandemia, vivimos tiempos que cuestionan lo que somos como personas y como sociedad. Algunas cosas van a cambiar para siempre y como jóvenes no será fácil transformar paradigmas. Para algunos todo lo anterior marcará la reformulación de los planes de vida y es allí donde radica el primer reto individual que tenemos que aceptar.
Indudablemente tenemos al frente de nosotros una bifurcación, donde podemos decidir y participar en qué camino tomar. Seguir en un escenario similar al que vivíamos en la era pre pandemia, en donde se mostraba como se exacerban los peligros que como sociedad hemos fallado en afrontar; o uno nuevo, una apuesta por un sistema más igualitario, inclusivo y solidario.
Para esto los autores plantean tres puntos iniciales; el primero en donde algunas cosas no cambiarán, el segundo, en donde las cosas que estaban cambiando van a cambiar más rápido, y por último que, otras cosas definitivamente lo harán.
Y es aquí donde existe la posibilidad de establecer un nuevo contrato social que derive en nuevas políticas ajustadas a la realidad, basadas en los comportamientos reconsiderados y recalibrados por algunos de los fenómenos que se presentan: el desacoplamiento entre China y EE.UU., la des-globalización parcial, el incremento en la presencia online, la automatización de los procesos, las políticas de bienestar, el poder de la tecnología, los movimientos nacionalistas y el miedo a la inmigración.
El profesor Schwab propone tres características que definen nuestro mundo hoy. Primero, la interdependencia definida como una dinámica de dependencia recíproca entre elementos que componen un sistema. Dos, la velocidad expresada por el imperio de la inmediatez, la cual podemos ver en sistemas como el justo a tiempo en las cadenas de suministros o la negociación de alta frecuencia en los mercados financieros. Por último, la complejidad como lo que nos cuesta trabajo entender y asociada a la incertidumbre.
Históricamente las consecuencias económicas de las grandes pandemias han durado hasta 40 años, pero nuestros autores afirman que la disyuntiva salud - economía no existe. Se requieren por el contrario medidas que bajo las características mencionadas anteriormente salven tanto vidas como medios de vida.
Estudios de la Universidad de California en Berkeley y del Imperial College de Londres calcularon el impacto positivo de las cuarentenas para disminuir la velocidad del contagio y salvar vidas. El daño económico y social de esta medida es bastante evidente, mientras que el éxito en términos de contener la propagación del virus es invisible. La paradoja en la salud pública es que cuando se hace bien, nada pasa.
Poner en marcha el Gran Reinicio es una necesidad absoluta, más cuando las acciones y reacciones humanas se basan en emociones y que, a medida que mejora nuestra calidad de vida, incrementa también la expectativa de tener una vida mejor. Es el momento de hacer los cambios para que así sea.
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