Al estilo del Putas de Aguadas o de Cosiacas o del Tío Conejo, otros países tienen personajes que forman parte de sus tradiciones populares. Se trata de seres reales o imaginarios que se han vuelto mito con el pasar del tiempo y de las exageraciones de sus proezas.
Ese era también Luis Padilla Sibauti, conocido como el Bandido de la Sierra Negra, en Bolivia, cuyas supuestas proezas y exageraciones se vuelven un relato de Jorge Suárez (1931-1998) con el título de El otro gallo, obra de 1982. La falta de una red que nos permita compartir la literatura entre los países latinoamericanos y principalmente los andinos, ha hecho que llegue tan tarde esta obra a mis manos, un relato maestro de la narración oral llevado al texto.
De acuerdo con la promoción que se hace de la obra, ha sido seleccionada en su país entre los 10 relatos fundamentales de la literatura boliviana. Y se entiende, al leerla, la razón. Nos muestra el mito, que se ha extendido entre la población, esa tradición oral que es parte de la identidad de todo pueblo.
Y como todo pueblo, Bolivia tiene en el Bandido de la Sierra Negra, su gallo. El que es capaz de enfrentar carabineros uno detrás de otro y siempre ganarles la partida. El texto nos va descubriendo en ese lenguaje de tradición oral, estilo Popol Vuh, de quién se trata el personaje. Nos cuenta, por ejemplo, que el nombre lo tomó el Bandido de un cartel que desplegó el cine Victoria y otros detalles como de dónde sale su odio por los carabineros y cómo siempre está echando cuentos para intentar engañar a otros. El vivo que gana de lengua toda partida.
Se va leyendo por capítulos cortos, algunos cortísimos, en donde se suceden escenas que van presentando la trama y nos va llevando de la mano a un desenlace fatal, pero como se trata de un personaje de los que conocemos, el final es la excusa para un nuevo comienzo.
Ojalá pudiéramos conseguir estos textos en nuestro país y los de nuestros escritores en sus países, pero qué difícil se torna cada vez más. Dirán que ahí está internet, pero somos muchos los que aún disfrutamos del libro físico, ese fetiche del papel.
En frases
* Es que los carabineros -concluye el Bandido- le tienen al agua más miedo que al tigre.
* Cuando intentó calzarse, por vez primera en su vida, un par de zapatos, ya no pudo hacerlo: los trajines del monte le habían puesto los pies como racimo de plátano.
* Nada le respondió el Bandido. Nada. La miró nomás con el doble puñal de sus ojos.
* Don Blas arrancó una naranja y se puso a rebanarla con suavidad, como si nada malo pudiera sucederle, definitivamente situado del lado de la vida.
* En vez de carabineros debían ser cañabineros, porque su único oficio era guardar la hacienda de los ricos.
* Al alba -y cada amanecer decapitaba sus sueños- la realidad lo enfrentaba con la severidad de su madre.
* Una historia está hecha de quien la dice y quien la escucha.
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