La frase con la que titulo esta columna la dice un soldado cuando es maltratado como parte de un entrenamiento. En esta novela de Juan Sebastián Gaviria aprendí que Profeta es el término con el que se refieren en la milicia a los soldados profesionales, esos hombres que logran años de experiencia y que se ganan el respeto en las zonas de combate, por encima de las charreteras y los galones. Esta obra nos cuenta la historia de un grupo de compañeros que lograron sellar una complicidad que solo la puede dar el saber que se le confía al otro hasta la propia vida, además porque si no se confía va a ser muy difícil sobrevivir en el campo de batalla.
Se trata de una célula pequeña, comandada por un teniente que se metió al Ejército para combatir a la guerrilla, luego de haber terminado su carrera de medicina y de vivir un hecho dramático al ver cómo un grupo guerrillero cometía una acción de horror contra civiles, incluidos niños. Dirige a cuatro jóvenes valientes que viven para el combate y para matar guerrillos.
La novela nos habla de la vida dentro del Ejército, de esa disciplina para perros que se cultiva allí, también de los excesos que se cometen contra los individuos y de cómo en ocasiones quien resulta molesto para el grupo o la institución simplemente se desaparece en el monte, como tantas historias reales que conocemos.
Nos retrata cómo, del orgullo de portar el uniforme, estos hombres empiezan a perder la razón, a tener que entregarse al licor o a las drogas –que a veces se la roban de los mismos laboratorios que destruyen- para poder soportar la violencia de la guerra, para poder apaciguar su mente que se empeña en recordar las decisiones difíciles que han tenido que tomar, de vida o muerte.
Como si fuera poco este comando especial, la escuadra Esqueleto, encuentra una oportunidad de hacer su propio negocio y hacerse a un dinero extra, aprovechando al médico del grupo. La codicia los va llevando por caminos de no retorno y que implican decisiones cada vez más duras y más complejas, hasta el punto en que empiezan a perderse entre ellos mismos.
La violencia está presente en toda la novela, también los cuestionamientos éticos. Incluso a veces pierde el autor el tono novelado para reflexionar con un tono casi de ensayo sobre la moral, pero es apenas unos instantes. No falta el ingrediente del amor, uno de ellos empieza a hacer planes con una mujer que antes fue maltratada por un compañero; y algo de magia, el soldado que confía más en un chamán para hacerlo inmune a las balas, que en las propias estrategias de seguridad.
En frases
En las guerras las balas valen más que las vidas. Es la gran devaluación.
El respeto es miedo en dosis bajas.
Ese fusil que se ha convertido en su frazadita de seguridad, en su amuleto.
La zona de combate crece sin aviso como una tormenta de arena.
Ser soldado no es como uno cree. No es como en las películas. Pasan muchas cosas feas.
Está cruzando, lentamente, la delgada línea entre soldado y asesino serial.
El desenlace es de traición, de mentira, de dolor, de camaradería y de esperanza, así hay que huir de todo y de todos para poder andar un nuevo camino, pero solo.
El uso de este sitio web implica la aceptación de los Términos y Condiciones y Políticas de privacidad de LA PATRIA S.A.
Todos los Derechos Reservados D.R.A. Prohibida su reproducción total o parcial, así como su traducción a cualquier idioma sin la autorización escrita de su titular. Reproduction in whole or in part, or translation without written permission is prohibited. All rights reserved 2015