El Eln que se autoproclama Ejército de Liberación Nacional, demuestra que ni es ejército, ni es de liberación, ni es nacional. Hablan de la solución política del conflicto y tratan de explicar, con la fluidez con la que lo hacen los psicópatas habladores de incoherencias, sobre las razones por las cuales, el atentado terrorista a las instalaciones de la Escuela de cadetes de la Policía Nacional General Santander, fue una operación que llaman “lícita de guerra”.
Basura ideológica y estiércol revolucionario. El escudo que utilizan muestra las montañas de Colombia, un fusil y unos fragmentos de América, la del sur y la central, con un machete y un martillo de cabeza negra. Como negro es el accionar de ese grupo de terroristas, que aunque dicen que son “la voz del pueblo”, no representa al pueblo, ese mismo al que asesinan despiadadamente y desplazan, causando caos, desolación y muerte al por mayor.
En “Eln voces”, la página de internet en la que uno puede encontrar esa mal llamada estructura de liberación nacional, hacen un muy bien elaborado cuadro de justas revolucionarias, que no pasan hasta ahora de ser terrorismo puro y simple, tremendamente impactante, con el que logran acorralar regiones enteras de la geografía colombiana, que está cansada de esos violentos, que llenos de retórica, pero faltos de razón, creen que la revolución de un país se hace sin importar que sean asesinados jóvenes estudiantes, que salen en su mayoría del campo, o en el secuestro de los pilotos de un helicóptero, transportador de valores, del que supuestamente solo tenían interés en tomarse el dinero. Revolucionarios de mentira, con escuadrones de desgracia de verdad. Así no se construye un país. Así no se hace una revolución. Así no se logra cambiar un sistema con el que no se está de acuerdo. Así solo logran ganarse la animadversión del grueso de la población colombiana, que repudia esos actos demenciales, ejecutados en nombre de una falsa revolución, de una mentirosa liberación y de una espuria manifestación de nacionalidad, que en sus actos criminales y terroristas, solo demuestran un cartel dedicado al narcotráfico, al terrorismo y al secuestro.
Si “revolución” es la acción y el efecto de revolver o revolverse; el cambio profundo, generalmente violento, en las estructuras políticas y socioeconómicas de una comunidad nacional; si es el levantamiento o sublevación; entonces esto no es revolución. Si “liberación” es la acción de poner en libertad, independencia, emancipación, manumisión, autonomía, redención, salvación, remisión, protección, seguridad o restitución; entonces esto no es de liberación. Si nacional es lo perteneciente o relativo a una nación, en contraposición a extranjero; entonces esto no es nacional. Si “ejército” es la organización jerarquizada formada por el conjunto de las fuerzas militares de un Estado, o la institución encargada de la defensa y el ataque militar de un Estado, que puede ser: activo, aliado, auxiliar, beligerante, colonial combinado, confederado, continental, de bloqueo, de desembarco o de ejecución; entonces esto no es un ejército. No pasa de ser una organización irregular, patulea y guerrillera, convertida en una agrupación de terrorismo y narcotráfico, que no tiene interés en el cambio real de una nación, sino en su poder desestabilizador y generador de tragedias colectivas, causándoles terror, desplazamientos y muertes al por mayor. Basura ideológica, para justificar crímenes de lesa humanidad.
Pero hay unos protocolos firmados por Colombia, el Eln, y los países garantes. Contrario a lo que piensan hoy en el Gobierno que tenemos, con los políticos guerreristas que están activos, con su presidente y sus ministros, que reclaman la entrega por Cuba de la Comisión Negociadora, la institucionalidad tiene que demostrar que es con la legalidad de lo acordado con la que actúa. No podemos permitir que el Gobierno colombiano actué con la misma irregularidad de ese movimiento que asesinó sin piedad, con cálculo artero, a 21 jóvenes colombianos desarmados, estudiantes, y dejó heridas decenas de personas en nombre de una liberación inexistente.
El Gobierno no puede responder de la misma forma irracional, ilegítima y desorganizada con la que actúan los grupos terroristas. “El verdadero carácter de un patriota consiste en ser obediente a las leyes de su país y miembro útil de la sociedad a la que pertenece”. Francisco de Miranda.
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