Parece que el derecho a vivir con tranquilidad, como lo hacen en la mayoría de los países civilizados del mundo, es algo que cada vez se aleja más de los colombianos, pues las malas noticias nos acorralan a diario y la incertidumbre se ha convertido en una constante, es como si los castigos a que estamos condenados fueran una maldición del más allá y de la cual no tenemos la posibilidad de salvación.
Hace pocos días Manizales fue testigo de un espantoso crimen que han atribuido a causas pasionales, en el que masacraron a cinco personas mientras acampaban cerca a una quebrada en la zona rural del municipio, ya las autoridades han dicho que tienen identificado al autor material y lo capturaron para llevarlo a juicio, pero quedan muchos interrogantes todavía por resolver.
Y como si fuera poco, tenemos a nuestro alrededor, como un permanente sirirí, la manada de dementes encabezados por el dictador Maduro, quien diariamente nos amenaza con invadirnos para desviar la atención sobre los graves problemas que tiene en su país, en el que cada vez hay más gente pasando hambre y sufriendo de enfermedades que ya están superadas en el resto de latinoamérica.
Aunque nuestra situación no es la más favorable, pues ahora un grupo de facinerosos anunció su regreso a la guerra contra sus propios hermanos, lo que se convierte en un desafío grande para nuestras fuerzas armadas, que los tiene que combatir con mucha decisión.
En muchos lugares del país, también hemos sido testigos de otros innumerables crímenes espantosos que han tenido como razones el tráfico de cocaína, que para nuestro infortunio en lugar de disminuir su consumo y su producción, nos ha convertido en uno de los mayores negociadores de la droga del mundo. Es hora de volver a permitir el uso del glifosato para tener un control más efectivo sobre el cultivo de coca, pues es nuestra responsabilidad erradicar esa maldición que nos acecha.
Tenemos que creer en un mejor futuro, y para ello es fundamental que el esfuerzo sea de todos, que cada persona ponga de su parte para caminar vigorosos hacia adelante, superando los resbalones y caídas que podamos tener, pero con la frente en alto y los objetivos claros. Estamos en el centro del redondel y si nos comparamos con otros mundos, estamos lejos de los lugares de privilegio.
Cómo añoramos recobrar los tiempos cuando al amanecer teníamos de frente la tranquilidad que nos dejaba la placidez de un nuevo día, y no el temor de una nueva incertidumbre. Por eso es bueno adaptarnos al viejo dicho que dice que arreglar los problemas económicos es fácil, lo único que se necesita es tener plata.
P.D.: Morir es como dormir, pero sin tener que levantarse a orinar.
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