Pocas administraciones municipales han mostrado interés por ornamentar a Manizales y dotarla de monumentos y obras de arte público como la que hoy por hoy está presidiendo los destinos de la ciudad.
Es bellísimo el mensaje “Lleva a Manizales en tu corazón” que se lee al salir hacia el occidente de Colombia por un remedo de puerta que retoma el sugestivo eslogan que nos ha identificado por mucho tiempo: Manizales, la ciudad de las puertas abiertas.
No obstante lo anterior, la asesoría que en este sentido ha recibido la Alcaldía de la ciudad, es y parece que seguirá siendo nefasta, por lo que podemos apreciar del “monumento” a la tolerancia, apodado aun sin salir a la luz, como el monumento a la puñaleta, cuya imagen está circulando en redes sociales, y por las obras que estamos sufriendo como por ejemplo el injusto, por pobre, “Homenaje” a las enfermeras, frente al Hospital de Caldas, el de la Ciudad de las Puertas Abiertas, el Welcome to Manizales, que entre otras cosas, obstaculiza la vista desde la Avenida Centenario, del parque Olaya Herrera y por supuesto la colorida iluminación, entre otras, del bajo relieve del libertador en la Plaza de Bolívar.
No es cuestión de gustos, en eso no me meto, aunque este también se forma, es ante todo un asunto de educación. El arte, y con mayor razón el público, está destinado a interpretar y promover a la sociedad, a plantearle perspectivas que la familiaricen con el futuro, que la adentren en él; pero para esto es necesario que la apuesta estética, que no necesariamente tiene que ser bella, estimule, más allá de lo obvio y lo anecdótico, una serie de preguntas, de interrogantes, de cuestionamientos, en suma, que revierta al ciudadano esa fuerza irresistible que está en la génesis de todo acto creador.
Entiendo que el material del nuevo “monumento” es producto de la incautación de armas blancas realizada en esta administración, que pretende el estimular el desarme y crear una cultura de respeto por la vida.
Muchas fueron las preguntas que se hizo Doris Salcedo cuando se le encomendó la tarea de concebir y construir un monumento con las armas entregadas por las Farc, 37 toneladas, como se había pactado en los acuerdos de paz. De ellas surgió la propuesta de hacer un contramonumento, Fragmentos, no tenía sentido ensalzar unas herramientas de guerra, “glorificar la violencia”, “monumentalizarla”, con todo el horror que nos ha causado a los colombianos. “Yo no puedo presentar la muerte violenta de manera obscena y como es obscena está más allá de toda posibilidad de simbolización”.
Con todo respeto solicito al señor alcalde de la ciudad que detenga el “esperpento” que se ha venido anunciando, por inconveniente desde el punto de vista de la formación ciudadana, por pobre conceptualmente, porque Manizales requiere de obras que estimulen el desarrollo para continuar seguros por la senda que nos ha reservado la historia.
El arte es, como decía Emmanuel Lévinas, “la profecía del lenguaje, pero no se puede dar la imagen”.
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