Por estos días estuve hablando con diferentes personas sobre los temas de movilidad en Manizales. De acuerdo con mis conversaciones, podría decir que existe unanimidad con el argumento que se debe mejorar y ordenar el sistema de transporte público en la ciudad, pero me causa impacto la reacción que tienen algunos cuando les comento que lo primero es retomar la política de los paraderos. Resumo las reacciones en esta frase: “pero si es muy cómodo que uno se pueda subir y bajar donde quiera”.
En una corrección que me hizo Natalia Escobar por Twitter, me mostró que en Manizales tenemos un problema con seguridad al peatón, donde según las tasas, un peatón en esta ciudad tiene casi el doble de probabilidad de morir atropellado que en el resto del país.
Estos datos son graves para Manizales, pero me pregunto ¿En estos siniestros los culpables solo son los automotores? Para la administración, al parecer la respuesta es sí, por eso sus acciones han sido las de reducir la velocidad, hasta tal punto que, en ciertos sectores a ciertas horas lograron llegar una velocidad cercana a 0 km/h.
Es por lo anterior que, durante estas últimas semanas han sido duramente criticadas las acciones que ha tomado la Alcaldía referente a la movilidad de la ciudad, pero son pocas las voces que se alzan contra el comportamiento del ciudadano. Sin tener datos que lo puedan soportar, para mí uno de los factores que más genera estos siniestros, es la falta de cultura ciudadana.
A pesar de tener cebras en las avenidas principales y el centro, lo raro es que las usen los peatones, hay unos ciclistas que suponen que las normas de tránsito no les aplican a ellos, hay personas que dejan el carro “tirado” en la avenida para ir a comprar algo a la tienda, hasta he visto algunos que paran en el carril opuesto al andén de una avenida para comprar a los vendedores ambulantes del otro lado.
Y aunque la Alcaldía no ha trabajado en profundidad este tema (y debería), no podemos quedarnos ahí, Antanas Mockus nos hablaría de algo que me parece muy pertinente, la sanción social. En resumen, es la manifestación de nuestro rechazo a quienes violan normas de convivencia de beneficio público, mostrando así que no aceptamos la cultura del atajo o la de saltarse las normas. Si trabajamos en esto no necesitamos a la Alcaldía, ni que colapsen el tráfico para ayudar a salvar vidas y mejorar nuestra convivencia.
Pero para fijarnos en los errores de los demás, primero debemos enfocarnos en los nuestros, entender que las normas, aún con sus defectos, existen para vivir en comunidad, que saltarse las reglas para llegar más rápido no es la mejor elección y lo más importante, dejar el egoísmo y pensar en el efecto que nuestras acciones tienen en los demás.
Somos expertos en reclamar nuestros derechos, pero a veces se nos pasan las obligaciones y deberes que tenemos como sociedad, como ciudadanos. Si cumplimos, en ese momento tendrán más fuerza nuestros argumentos y reclamos ante la administración, así de pronto en esta Alcaldía dejan de usar la excusa “así es muy difícil”.
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