Mario César Otálvaro
LA PATRIA | Manizales
Fueron 5 cobros perfectos, lo propio hizo Santa fe, luego 2 posibilidades de concretar - doble match point en el tenis- y en el segundo el Once Caldas se quedó con el juego.
Trabajo, planificación, repeticiones, lanzadores precisos con ubicación, pegada y alta certeza, y fue el caso de Lemos, Correa, Rodríguez, Velasco, Nieto y Arias.
A Carbonero se lo tapó Zapata, advirtiendo alto riesgo al endosarle esa obligación en instante clave, lo que pasó inadvertido porque Urrego y Perlaza también hicieron parte del derroche.
Vibrante definición desde el punto penal y cupo merecido a la semifinal de Copa Águila ante un Santa fe ordenado, acuartelado, seriamente afectado por lesiones y expulsiones.
Se está volviendo costumbre en el fútbol colombiano defenderse antes que atacar, con pragmatismo en pos del resultado, y la escuela uruguaya está prestando flaco servicio.
De allí que se vea distinto el Once Caldas por el espectáculo que ofrece y las condiciones que impone, merced a un modelo que destaca vocación ofensiva, ideas desde el medio y seguridad en marca.
Razones esgrimidas desde el comienzo de la era Bodhert, con mayor aplicación ahora porque cuenta con un plantel rico técnicamente, y con respeto por los colores que representa. Basta con mirar la celebración en el campo tras la clasificación sobre Santa Fe para entender el compromiso, la unión y el sentido de pertenencia del colectivo.
Hace recordar un poco al equipo de Luis Fernando Montoya, que con amor propio único conquistó la gloria internacional teniendo considerables carencias de base. Ratificándose la premisa aquella de la importancia de un grupo solidario, con jugadores que sientan la camiseta, y una conducción con decisiones sobrias, seguras y efectivas.
Muchos se fueron de acá sin dejar siquiera el nombre en la memoria del aficionado, lista amplia, y de qué forma en las recientes épocas de Torrente, Lisi y Maturana.
Metido ya en semifinales, Once Caldas volverá a encontrarse con Millonarios, con el que empató por Liga luego de estar 2-0 arriba con evidente superioridad en el trámite. Sin cantar victoria por anticipado, y aceptando que un eventual paso a la final será en el Campín, no hay duda de que la meta está cerca y la ocasión es propicia.
Sobre todo por la accesibilidad aparente de los rivales -sin confiarse- y por el buen andar, ese que sustentado en un plan de juego invariable hace pensar de manera positiva.
Osada parece la determinación de apostarle a la Copa -vale la pena- sin descuidar la Liga, pues numéricamente el equipo es corto y hay que saberlo llevar para que no se reviente.
Con piezas que no encajan, Steer y Vanegas se ven perdidos por falta de ritmo y de competencia, y Amaya a cuenta gotas no aporta, dejando el ataque en manos de juveniles.
Jaque para el cuerpo técnico por la ausencia además de Londoño, y posiblemente de Carreazo, quien optó por integrar la selección venezolana, y recibirá algunos llamados.
Y aviso luminoso a futuro para la dirigencia, los campeonatos en Colombia son breves en tiempo e intensos en actividad, y exigen plantillas con adecuado recambio.
P.D. Le sigue faltando gente al Palogrande, el producto es bueno, atractivo y merece mayor acompañamiento. A la tribuna sur se llega por solo 15 mil pesos -es necesario llenarla- mientras se buscan otras fórmulas de mercadeo porque ya no hay disculpas, el Once Caldas está arriba en la tabla y es semifinalista de Copa.
Hasta la próxima...
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