Elegido el nuevo jerarca de la Iglesia Católica, en el segundo día del Cónclave, los 133 cardenales en su quinta jornada de votaciones eligieron al estadounidense Robert Francis Prevost Martínez, oriundo de Chicago.

Próximo a cumplir sus 70 años el 14 de septiembre, residió por cerca de 18 años en Perú, obteniendo la nacionalidad y constituyéndose en el primer papa de origen estadounidense y ciudadanía peruana.

Perteneciente a la Orden de los Agustinos, fue elevado a cardenal por el papa Francisco durante el Consistorio del 30 de septiembre del 2023, convirtiéndose en jefe de la Iglesia Católica el pasado 8 de mayo y ser el segundo papa perteneciente a la Orden de San Agustín en la historia del Vaticano, tomando el nombre de León XIV, el 14.° papa con ese nombre, y en el 267.° de nuestra Iglesia, evocando nombres como León I el Magno y León XIII, conocidos por su liderazgo y compromiso social.

La elección se dio en medio de una gran incertidumbre geopolítica, que según expertos fue clave en la votación, mientras el mundo expectante se preguntaba si los cardenales se inclinarían por elegir a un conservador o a un progresista.

Avistada la fumata blanca que anunciaba al mundo “Habemus papam” la multitudinaria asistencia a la Plaza de San Pedro y sus alrededores presenciaron el saludo del nuevo pontífice León XIV, Robert Prevost, quien conoce de cerca la organización interna de la Iglesia y ha tenido gran experiencia episcopal y misionera en América Latina.

Tras la muerte de Francisco, de quien fue cercano, Prevost dijo: “que aún quedaba mucho por hacer en la transformación de la Iglesia”. Con su elección, bien pudiéramos decir que fue elegido un papa para nuestro tiempo.

Para Wilmar Esteve Roldán Solano, profesor de la Facultad de Teología de la Universidad Javeriana, León XIV será un papa conciliador. Un papa puente entre la línea de avanzada y la conservadora. Deberá buscar sinceros diálogos que pongan fin a guerras como las que libran Rusia y Ucrania, Israel y Palestina, así como la persecución de cristianos en Medio Oriente y Asia.

Viniendo de ocupar el cargo de prefecto del Dicasterio para los Obispos, y cercano al pueblo latinoamericano, conoce a fondo la problemática nuestra y de los países de la región para orientar con sabiduría a los pastores de nuestra Iglesia en el delicado manejo de los asuntos políticos, en momentos en que regímenes atrabiliarios como el nuestro, ponen en peligro la democracia, sumiendo a sus pueblos en la miseria y arrasando la institucionalidad.

León XIV fue ungido pontífice para impulsar grandes reformas y llamados a la paz desde el “continente de la esperanza” como denominó a América Juan Pablo II, pero con especial énfasis en Latinoamérica, donde la migración, pobreza y debilidad democrática son inmensos retos. Los pueblos sometidos de Cuba, Nicaragua y Venezuela tendrán en la Santa Sede un verdadero líder, que revestido de su doble condición como vicario de Cristo y jefe de Estado del Vaticano, permanentemente estará de su lado, buscando liberarlos de su oprobioso yugo.

Esta vez, lo diferente podría ser el tono que pueda usar León XIV, que a diferencia de Francisco, evitó la confrontación. Que el Espíritu Santo que iluminó al cuerpo cardenalicio para su elección, lo ilumine y oriente igualmente, para ayudar con presteza y prudencia en la angustiante situación de nuestros pueblos, incluido Colombia. Que así sea.