Frente a la desembocadura del Guaviare, en el Atabapo, se encuentra San Fernando de Atabapo del lado venezolano. Este pueblo fundado en 1758 tiene 9.000 habitantes y lleva su nombre en honor del rey Fernando VI de España. Humboldt lo visitó en el año 1800 durante el “Viaje a las regiones equinocciales” y que nosotros estamos repitiendo.
No entramos ahora a San Fernando, cuyo nombre está indisolublemente unido al del coronel Tomás Funes, que nació en 1855 y fue fusilado en este pueblo el 3 de enero de 1921.
Funes fue un comerciante del caucho que se distinguió por su extrema crueldad con los caucheros Su ambición política lo llevó a cometer la llamada “masacre de los machetes”, en 1913 cuando asesinó al gobernador del estado, a su esposa y a 460 personas; así logró apoderarse de la Gobernación del Estado Federal Amazonas de Venezuela cuya capital era entonces San Fernando.
Sus oscuros procederes casi comprometen a Venezuela y Colombia en un conflicto. El Gobierno central de Venezuela, que no estaba de acuerdo con su proceder, debió soportarlo un tiempo hasta que por fin el general Emilio Arévalo Cedeño lo apresó y lo fusiló en la plaza principal de San Fernando. Allí una placa recuerda el acontecimiento.
Hace años yo organizaba la excursión final de los bachilleres del Colegio Champagnat de Bogotá al Guainía y siempre visitábamos San Fernando. Eran otros tiempos y otros momentos políticos de Venezuela. Y siempre los llevaba al cementerio viejo donde yo redescubrí la tumba de Funes, perdida en la maleza del abandonado camposanto. José Eustasio Rivera nombra a Funes en La Vorágine y le atribuye 600 muertes de caucheros.
En uno de los viajes a este pueblo, indagando por datos sobre Funes, me llevaron al rector del colegio, un sacerdote vasco español que había escrito una biografía de Funes y me dijo que solo le quedaba un ejemplar y me lo regaló. El colegio de San Fernando lleva el nombre del jesuita Joseph Gumilla, autor del célebre libro “El Orinoco ilustrado y defendido”, que es clave para conocer la Orinoquia colombiana, libro del que hablé largamente en esta columna hace tiempo.
En un barranco ubicado exactamente en las bocas del Guaviare, en el Atabapo-Orinoco, se encuentra el caserío de Amanavén, en la margen izquierda del río. Las pocas casas del poblado son comercios a los que vienen a comprar mercancías los habitantes del contorno, especialmente de San Fernando de Atabapo, pueblo situado al frente, al otro lado del río.
En todos mis viajes al Guainía siempre he visitado a Amanavén para tomar algún refrigerio. Este caserío es el último asentamiento que pertenece al sur del Vichada, pues pasado el río Guaviare se entra al departamento del Guainía.
Humboldt siguió hacia el sur por el Atabapo buscando el caño Casiquiare. Ese no era nuestro propósito. Este caño une las cuencas de los dos gigantes de Sur América: Amazonas y Orinoco. Y lo comprobó. Fue uno de los grandes logros de su viaje.
(Esta columna no volverá a salir hasta agosto, por motivo de un largo viaje).