Las leyendas de Francisco el Hombre y de Florentino se parecen. Florentino, según el poema de Alberto Arvelo Torralba, fue retado por el diablo a una payada de contrapunto. Coplas iban y coplas venían de lado y lado, pero no lograban vencer el uno al otro hasta que Florentino logró doblegarlo nombrándole Las Tres Divinas Personas. Fuera del poema, algunos dicen que la copla con la que Florentino venció al demonio es esta:
Como es la primera vez
que en esta casa yo canto,
gloria al Padre, gloria al Hijo
y gloria al Espíritu Santo.
Pero realmente la copla, tal como está concebida, no permite pensar que fuera la victoria de Florentino. Lo que sí es cierto es que muchos cantantes llaneros, tanto en Venezuela como en Colombia, al empezar un parrando la recitan. Y es tal el arraigo y la popularidad de la leyenda de Florentino que el poema ha saltado al cine, al teatro, a la televisión y a la música, desde luego.
El siguiente destino en la Guajira fue la playa de Mayapo. Fuimos a ella porque nos dijeron que es tranquila, alejada de las multitudes. Se encuentra a 17 kilómetros de Riohacha que se recorren en 20 minutos. Lo primero que llama la atención son las bellas cabañas de colores. La playa es de arena blanca y limpia. Recorrimos un trayecto de la misma. No somos muy dados a bañarnos en el mar, sobre todo cuando las playas están atestadas de turistas. Preferimos caminar despacio por la playa, pensando cosas bellas, observando las conchas que el mar trae y fotografiando las olas. Los indígenas se acercan a vender sus artesanías a los turistas: collares de conchas y mochilas. En Mayapo, como en general en la Guajira, el viento es generoso y lo aprovechan los deportistas del kitesurf y del windsurf. La visita a Mayapo se hace en un día. Estando alojados en Ríohacha se viaja a Mayapo y se regresa a dormir a la capital de la Guajira.
Otro destino todavía visitable por la poca afluencia de turistas es la playa de El Pájaro, cerca de Manaure. Jorge Mengual, el dueño del restaurante que vende excelente comida a buenos precios, se ha preocupado por mantener el entorno libre de la peste de la Guajira, los plásticos. La playa se llama Nápoles e igual que Mayapo se conserva limpia y todavía libre de multitudes. Queríamos ir al Cabo de la Vela, obviando sus montoneras y su ruido. Yeisson, el excelente, conductor de Francisco Huérfano, nos llevó al extremo del poblado, lejos del ruido, a unas cabañas solitarias, llamadas Utta. Son tres mis actividades preferidas cuando voy al Cabo: visitar el verdadero cabo, el cabo geográfico, subir las colinas y recorrer por la orilla del mar el largo trayecto entre el Cabo y Pan de Azúcar.
Pocos turistas van al cabo geográfico. La mayoría se quedan en el pueblo y otros van al faro a ver el atardecer. El cabo geográfico es una bella entrante que la tierra hace en el mar y que se supone es el verdadero Jepirra, o sea el lugar sagrado al que van las almas de los muertos wayús antes de adentrarse a la eternidad. Una serie de colinas bordea hacia el oriente el paisaje del Cabo de la Vela. Recorrerlas es un buen ejercicio físico, además de un bello momento de soledad mirando el paisaje del Cabo y del mar y en compañía del eterno viajero de la Guajira: el viento. Mi tercer recorrido es largo, siguiendo la línea de la playa. Quizás dure haciéndolo amorosamente despacio unas tres horas. Lo recomiendo vivamente.