No es fácil la creación de un municipio, para darse, debe cumplirse con unos exigentes requisitos previstos hoy en la Leyes 136 de 1994, 617 de 2000 y 1551 de 2012 (sobre organización y funcionamiento de los municipios). Los últimos municipios creados en el departamento de Caldas fueron los de San José en 1997, segregado del municipio de Risaralda, y Norcasia, constituido en 1999 y separado de Samaná. La vocación de un municipio, además del desarrollo que ambiciona, busca su autonomía de la municipalidad de la cual hace parte, creándose en consecuencia una nueva entidad descentralizada territorial, con personería jurídica y presupuesto propio. Lo tradicional en Colombia ha sido que un caserío se convierta en corregimiento y luego haga su tránsito a municipio.

Retornando a las veredas de ‘La Florida’, perteneciente a Villamaría, y ‘Santágueda’ al municipio de Palestina, sus fincas tenían su ficha y avalúo catastral, este normalmente bajo, y, por lo mismo, con un impuesto predial proporcional. Parcelados los globos de terreno, muchos ya construidos con casas de habitación, derivaron en una pluralidad de fichas catastrales individuales -como ocurre con los edificios-, con unos avalúos que generan pingües ingresos para sus municipios por concepto del impuesto mencionado, pero ya multiplicado.  Los planes o esquemas de ordenamiento territorial, que permiten hoy la intervención ciudadana, son el medio apropiado para incorporar las necesidades de todo el municipio, y propender por su solución, incluido desde luego el “componente rural”, cuyas políticas y programas debe estar encaminadas a garantizar una adecuada interacción entre los asentamientos rurales y la cabecera municipal, la conveniente utilización de sus suelos y la realización de actuaciones públicas que apunten al suministro de infraestructuras de servicios básicos y de equipamiento social para el servicio de sus pobladores, todo al tenor de la ley 388 de 1997, pero se requiere de la voluntad de las autoridades administrativas locales.

Ahora bien; en la vía que de Manizales conduce a Santágueda, por la carretera Panamericana, se observa un gran desarrollo hasta el peaje de San Bernardo del Viento, el que se ha convertido en una especie de muro de contención de un desarrollo que con mayor intensidad debería tener aquella vereda, el mismo que también le resta o restringe de alguna manera posibilidades de movilidad; al paso que la parte más comercial de la mencionada vereda se ha venido ampliando en forma no muy organizada. La zona parece huérfana de planificación. 

La Florida, con su inusitado progreso, especialmente en materia habitacional, no se conoce qué tiene proyectado el municipio frente a su creciente población, ni en materia vial frente a la cantidad de vehículos que, incluso hoy, ya transitan por el sector, y que en muy poco tiempo seguramente se presentarán muchas dificultades de movilidad y congestión. 

En la actualidad para ser creado un municipio se requiere entre otros, complejos requisitos, un número mínimo de habitantes (para el año 2012 era de 25.000 habitantes); adicionalmente deberá contar con ingresos corrientes anuales de libre destinación de 12.000 salarios mínimos legales mensuales vigentes, durante un lapso no inferior a cuatro años. Para la creación, la ordenanza requiere de la revisión previa automática del Tribunal Administrativo para controlar la legalidad de la misma, que de no estarlo, el acto no podrá sancionarse. La iniciativa del novel municipio puede provenir de la Asamblea departamental, del gobernador, a quien le es obligatorio presentar el proyecto si se da consulta popular aprobada por la mayoría de los ciudadanos, o por iniciativa popular. Si no hubo dicha consulta, aprobada la ordenanza, esta deberá someterse a referendo con los ciudadanos del respectivo territorio.

Se han escuchado voces en ambos lugares de búsqueda de autonomía territorial; no es nada fácil, por supuesto, pero ello sí debe motivar a las autoridades para que les pongan mayor atención.