Nos despedimos del 2024, el final del año es una época para reflexionar, para hacer una evaluación del año que pasó; en palabras del padre Marco Fidel Castaño, asesor espiritual del colegio San Luis Gonzaga, la mejor manera de terminar el año es “hacer pausa, examinar la vida desde nuestro interior y desde el espíritu; es bueno recordar, ordenar y recentrar la vida para comenzar el nuevo año”. 
Para mí este fue un año de metas cumplidas, de sueños realizados que había postergado por mucho tiempo, así que mi balance es muy positivo; siempre recordaré el 2024 con mucha alegría. Vi a mi hija madurar y pasar a una etapa diferente en su vida; ya no es la niña que acompañé a crecer todos estos años, ahora es una joven mujer y aunque sigo ahí para ella, la mayor parte del trabajo ya está hecho, puedo decir que ahora recogeré los frutos de su crianza, viendo como se desenvuelve en un mundo que, seguramente, le ofrecerá maravillosas oportunidades de servir y expresar todos sus talentos. 
Pasar esta temporada en familia también es una de mis grandes alegrías; durante el año cada uno toma su rumbo y pocas son las oportunidades que tenemos de reunirnos, pero, para la Navidad, la mayoría de mis hermanos y sus familias nos juntamos para compartir y volver a vivir esa cotidianidad que nos llenaba el corazón de alegría cuando éramos pequeños.
Cada uno con su personalidad aporta un ingrediente en esta maravillosa receta que se llama Familia. Le doy infinitas gracias a Dios porque todavía tengo una, es un privilegio con el que no todo el mundo cuenta, así como hay algunas personas que lo desprecian o no lo valoran y prefieren pasar estas fechas solos o en compañía de extraños. 
Espero que para todos ustedes el año haya estado lleno de momentos de alegría y si no fue así, espero que el año que vamos a comenzar sí lo esté y si hubo momentos duros, de dificultades o tristeza, puedan extraer todos los aprendizajes que los retos imponen, porque si no se desperdiciaría la experiencia, o, peor aún, se repetiría. 
Aquí desde donde estoy, llenándome de naturaleza, de alegría y de calor de hogar, les deseo lo mejor para este 2025, que aprendan a valorar todos los regalos maravillosos que la vida nos ofrece, como el sol, el verde de las montañas, un cielo despejado en el que se pueda apreciar la magnificencia de nuestros nevados, el canto de los pájaros que viven en libertad, la dulzura de las frutas que produce nuestro país, el olor y el sabor de una buena taza de café, la alegría de la música de nuestra tierra; esa de letras bonitas, como la canción de Jorge Celedón “Esta vida”, que nos recuerda, uno a uno, los verdaderos tesoros y los regalos del alma que vale la dicha dar y recibir.
Pero el regalo más importante que deseo que reciban y conserven durante todo el año es que tengan a Dios en su corazón, con Él nunca se sentirán solos y por más grande que sea la dificultad, sabrán que hay una luz de esperanza y un amigo que nunca los abandona. ¡Felices Pascuas y Próspero año 2025!