Son tan fáciles de confundir en un mundo desbordado por la sensualidad, en el que las palabras románticas se han sustituido, en las canciones, por alusiones explícitas al sexo, a la provocación, al despertar de los bajos instintos.
En un mundo en el que nuestros hijos inician su vida sexual a una edad temprana ¿cómo explicarles lo que es el amor?
Se parece el enamoramiento más a una adicción que a un sentimiento, nuestra química corporal está alterada por todas las sustancias que segrega el cuerpo, la feniletilamina (fea), una anfetamina que induce la producción de dopamina (el neurotransmisor que genera la sensación de deseo y placer) circula sin control; es tan potente su efecto que nos quita el sueño y hasta el hambre, hace que nuestro estómago secrete sustancias que nos hacen “sentir mariposas” y hasta incrementa la frecuencia cardiaca y respiratoria.
Pero los neurocientíficos son muy claros al explicar que el enamoramiento tiene fecha de caducidad; unos dicen que dura alrededor de siete meses, otros que hasta dos años. Y, ¿después qué?
Para Bert Hellinger “el gran amor” comienza después de que haya pasado el “amor paradisiaco”, si logramos superar la etapa del enamoramiento y aún estamos vivos y juntos, se inicia una etapa de mayor calma, porque esa es la principal característica del verdadero amor, un estado mental sereno y consciente.
Otra cualidad importante del amor verdadero, que lo aleja de su contraparte, el amor romántico, es que en este último se deposita la felicidad en manos del otro; hay una sensación de carencia que la persona amada viene a llenar, mientras que en el amor verdadero se encuentran dos seres que no están esperando a que alguien más los defina, complete o haga felices, ellos ya lo están, simplemente se abren a la posibilidad de compartir lo mejor de sí mismos y siempre existirá el objetivo de brindarle bienestar al otro, pero entendiendo que ese ser es un individuo autónomo, con sus propias metas y objetivos, también con su historia.
Abrazar el pasado del otro, respetar “su maleta”, llámense hijos, exparejas, matrimonios fracasados, muertes, también es amar: Amar desde la aceptación, no desde la idealización, para poder llegar a construir un futuro entre dos.
El amor no tiene edad, puede encontrarse un amor auténtico y verdadero a los 15 años o a los 80 o más. El novio de mi hija le escribió un poema en el que se demuestra que la sabiduría no tiene edad: “Antes de conocerte, había querido pasar por la etapa del “enamoramiento”, pero el intento de pasar por esa etapa era para corresponderle a otra persona el sentimiento. Pero contigo sentí, desde el primer momento, un calor y, junto con eso, tu amor. Llegaste a mi vida como el Sol llega siempre después de la neblina, o como la medicina que alivia después del dolor. El “enamoramiento” es una etapa para asegurarse de lo que sientes, pero yo apenas verte ya pensé en qué hacer para que nuestros corazones correspondan y se encuentren. Quisiera contigo saltar esa fase, darte todo de mí y para mí sería suficiente que utilices todo lo que tu corazón atrape y sienta por mí”. (Jorgito).
Amigos, hay esperanza. ¡Que viva el amor!