Para comprender cómo funciona la economía nacional y el Congreso de la República, un buen escenario es lo que ocurre a menor escala, en la economía de los hogares y en los concejos municipales.
Nada más sencillo para entender el funcionamiento económico del país que mirar lo que pasa en las familias.
El dinero que entra en los hogares tiene que alcanzar para el pago del mercado, los servicios públicos, el colegio de los hijos, y otros gastos. Cuando los ingresos no alcanzan, es necesario acudir a créditos, que pueden ser bancarios, de familiares o amigos, hasta llegar al “gota a gota”, cuyos intereses superan ampliamente la usura.
A nivel nacional ocurre algo similar. Cuando el país gasta más de lo que le entra, como está sucediendo actualmente, incumple compromisos con el pago del sistema de salud, de servicios públicos y de otras obligaciones adquiridas.
Para conseguir recursos acude a créditos internacionales, cuyas tasas dependen de la confianza que brinde la Nación. A mayor riesgo, mayor es la tasa. Hay que tener en cuenta que el Gobierno también está acudiendo a la figura del adelanto de los ingresos futuros.
En el plano político, el Congreso puede compararse con los concejos municipales. Basta ir a una sesión de alguno de estos cuerpos colegiados.
En muchas oportunidades el desorden es total, lo mismo que la falta de atención a las intervenciones que hacen los concejales y los invitados. Aparentemente, las relaciones entre los concejales son cordiales, pero en las plenarias el ambiente puede cambiar.
Algunos de los debates se tornan acalorados, con ataques subidos de tono. Esto a pesar de que el protocolo exija que el trato siempre sea de “honorables concejales”, título que “defienden” con orgullo en cada sesión. Comportamiento que es muy similar a lo que pasa en el Congreso.
Es común que los alcaldes cuenten con mayorías en los concejos. Son los dueños de la plata y manejan los contratos y los cargos públicos.
Esta dinámica también se repite en el Congreso, donde el Ejecutivo busca en muchas oportunidades el respaldo del Legislativo con acuerdos políticos que incluyen cuotas burocráticas y manejo de contratos.
Otro de los temas controversiales son los encargos que se presentan cuando los alcaldes salen de la ciudad o el presidente viaja al extranjero.
Con el avance de las comunicaciones actuales poca es la actividad que tienen que hacer estos funcionarios en este oficio. En el momento que se presente un problema complicado inmediatamente acuden al titular.
La figura del encargo no se necesita, tal como se pudo observar la semana pasada con el hundimiento de la convocatoria a la consulta popular. Muy rápidamente el presidente salió por televisión desde China fijando su posición con respecto a la decisión del Senado.
Además, al parecer el ministro delegatario con funciones presidenciales -así es como se llama este encargo- que fue nombrado no tenía atribuciones para radicar nuevamente la consulta.
Hay que resaltar que el reconocimiento por desempeñar este encargo es tener derecho al pasaporte diplomático de por vida.
En esta oportunidad el presidente, por su viaje este fin de semana a Ecuador a la posesión del presidente, dejó encargado al ministro Benedetti, quien finalmente pudo acreditar que actualmente es militante de Colombia Humana, por lo que podía posesionarse y así disponer su nuevo pasaporte diplomático.