Después de más de setenta años, los bogotanos por fin están viendo que la posibilidad de poderse transportar a través del Metro es una realidad.  No deja de ser una ironía que una ciudad de más de 10 millones de habitantes no contara aún con este sistema y que  en cambio Medellín, que es de menor tamaño, lo hubiera logrado hace aproximadamente 30 años. 
Desde el mes de agosto del 2021 se iniciaron los trabajos de la construcción de la línea 1 del Metro que va desde el denominado patio taller localizado en el sector de Bosa, al sur occidente de Bogotá. Con un recorrido de 24 kilómetros, llegará hasta la calle 72 con la avenida Caracas.  Se estima que cuando esté en funcionamiento el tiempo de viaje será de 27 minutos. Hoy en día transitar este tramo puede tardar fácilmente una hora y media. 
La construcción está a cargo de la firma china CHEC, bajo un esquema de concesión. Esta empresa será responsable de la obra, su operación y mantenimiento por un período de 28 años. El Metro debe entrar en funcionamiento en marzo del 2028 y el plazo del contrato va hasta el 2048. La línea moverá un millón de pasajeros diarios. El sistema va a traer consigo una mejora total en el urbanismo y el amoblamiento urbano por los sitios de su recorrido.  Contempla la construcción de ciclovías, andenes amplios, sitios de descanso y esparcimiento de la comunidad.  Lo mismo que un plan de arborización y embellecimiento del entorno.
Recientemente la obra superó el 50% de su construcción, lo que ha demostrado la seriedad de la constructora y su alto sentido de compromiso y responsabilidad.  Lo que no deja de ser un “hito” en nuestro medio.  Va cumpliendo con el cronograma establecido, lo que no es normal en las construcciones de obras públicas. La obra también se ha podido desarrollar en medio de la férrea oposición del presidente, quien no está conforme con que el Metro sea elevado y que no se construya la propuesta que él dejó esbozada cuando fue alcalde de la ciudad.
Inconformidad que trajo consigo un fallido viaje a China donde fue a pedirle al líder de ese país que le ayudara con la constructora para que cambiara el sistema de construcción, de aéreo a subterráneo y  además suspendió el giro de los recursos que la Nación tenía comprometidos para desembolsar.  La obsesión de Petro en contra del proyecto lo ha llevado al nivel de desconocer el avance de las obras, así éste sea totalmente evidente, tal como se puede observar con las pilas de soporte, las intersecciones viales y  con las estaciones del proyecto. Así mismo, que en la construcción se encuentran laborando más de 12.000 personas.
El presidente no calculó el cumplimiento de la firma, ni la disposición que tiene la constructora de aportar los recursos que el Gobierno no está girando con el fin de que no se vayan a paralizar los trabajos y que inclusive, está dispuesta a firmar una ampliación del contrato que lleve al Metro hasta la calle 100, así tenga que disponer  de la plata que se requiere para su construcción. Los chinos tienen claro que al final, después de terminar el proyecto, el Estado de alguna manera tendrá que pagar.   Es importante tener en cuenta  que los chinos están interesados en participar en la construcción de Aerocafé.