La fuerza laboral de Colombia está conformada por 25 millones de trabajadores, de los cuales diez millones son formales y 15 millones informales. Hay mucha preocupación de las micros, pequeñas y medianas empresas, que son las que contratan al 80% de los empleados formales y que según dicen no están en condiciones de atender las cargas que les impusieron con la reforma. El Senado se dejó intimidar del Gobierno con el “decretazo”. Lamentablemente el fallo del Consejo de Estado, suspendiéndolo provisionalmente, salió tarde. No tengo ninguna duda de que otra cosa habría pasado si hubiera salido unas horas antes.
Petro conformó un sanedrín con unas características muy especiales, del que hacen parte Armando Benedetti, Eduardo Montealegre y Alfredo Saade.
Benedetti cumplió con su tarea en el Senado para la aprobación de la reforma laboral. Montealegre, que ha sido magistrado de la Corte Constitucional y fiscal General de la Nación, es el encargado de encontrar la viabilidad jurídica a las iniciativas del presidente, así estas sean un “exabrupto” -como bien lo dijo el profesor Gaona- como la del decretazo; y el señor Saade, nuevo jefe de Gabinete, tiene a su favor que ha manifestado que el presidente se debe reelegir, que debe cerrar el Congreso y lo más importante que es el nuevo Jesucristo.
El interés del presidente es lograr en las próximas elecciones las mayorías en el Congreso y que su sucesor sea cercano a su proyecto político. Considera que la campaña debe estar activa, por eso su interés en una consulta popular, cualquiera que sea. Amenaza que va a estar vigente por el resto de su mandato. Ahora vuelve a proponer la Asamblea Nacional Constituyente o más bien la Asamblea Popular Constituyente, que es la preferida de los dictadores y populistas.
La razón para convocar la Asamblea es que el Congreso lo tiene bloqueado. Una democracia implica oposición y por su trayectoria política lo sabe muy bien Petro.
El argumento es, como no me aprueban mis reformas, convoco a una Constituyente, tal como lo hizo Chávez, que me permita hacer lo que el pueblo quiere. Léase, lo que yo quiero. Afortunadamente, la posición del registrador del Estado Civil y el reciente fallo del Consejo de Estado con respecto al decretazo mostraron claramente que la rama Judicial no se lo va a permitir.
En medio de este caos, que no es solo el de los últimos días, sumado a los problemas de orden público que se han agudizado de manera notoria ocurrió el atentado contra el senador Miguel Uribe Turbay, lo que cambió totalmente el panorama político del país.
Miguel Uribe, se convirtió a nivel nacional en un símbolo contra las maneras y procedimientos del Gobierno. La violencia y el lenguaje agresivo acrecentó el miedo, que sumado al atentado, trajeron consigo la indignación de los colombianos. Esto se puede ver claramente con la pasada “marcha del silencio” y en los gestos de solidaridad, acompañamiento y de oraciones que se han tenido a lo largo del país y especialmente a las afueras de la Fundación Santa Fe.
Por su historia familiar, su juventud, su inteligencia y trayectoria, Miguel estaba destinado a ser una figura política muy importante del país. En estos momentos Miguel se debate entre la vida y la muerte. Si logra salir adelante no son muy claras las secuelas que pueda llegar a tener.