Desde 1977 los habitantes de Caldas hemos esperado la construcción de un aeropuerto que conecte adecuadamente a la región con el mundo. El proyecto debería ser un motor de desarrollo para el Eje Cafetero, pero en la práctica se ha convertido en el símbolo de una promesa incumplida, plagado de irregularidades, sobrecostos y maniobras políticas que han impedido su ejecución, como ya lo hemos denunciado en anteriores ocasiones.
Los informes de la Contraloría revelan hallazgos fiscales por más de 170.000 millones de pesos en Aerocafé, marcado por licitaciones amañadas, contratos irregulares y retrasos injustificados, convirtiéndolo en un barril sin fondo. El reciente nombramiento de Fernando Merchán Ramos como gerente de la UGPAA, entidad que manejará 828.000 millones de pesos, es polémico: se modificó el perfil del cargo para favorecerlo, pese a sus críticas previas a la entidad desde la Asociación Aeropuerto del Café, evidenciando conflictos de interés y politiquería.
Es inaceptable que un proyecto estratégico para el desarrollo de Caldas esté siendo manejado con semejante nivel de clientelismo. Este nombramiento es una clara muestra que el Gobierno nacional priorizó los intereses políticos sobre la idoneidad técnica, ignorando los principios básicos de transparencia y buena administración. No podemos olvidar los caldenses que el actual gobernador de Caldas es víctima de su propio invento, ya que fue él quien, a comienzo de su Administración como componente burocrático, le asignó ese espacio al actual representante a la Cámara de Petro en Caldas, Santiago Osorio, y este a su vez recomendó a Merchán Ramos. Son datos y hay que darlos.
La invitación a los caldenses es buscar alternativas reales para la región. Ante la evidente captura burocrática de Aerocafé y la falta de avances reales en su ejecución, es fundamental replantear el enfoque del proyecto con medidas concretas y para ello propongo lo siguiente:
1) Reforma estructural en la gobernanza del proyecto: Se debe establecer un modelo de gestión en el que los criterios técnicos prevalezcan sobre los intereses políticos. Esto implica la participación de veedurías ciudadanas con poder real, la inclusión de universidades regionales en los órganos de decisión y la implementación de un sistema de rendición de cuentas obligatorio.
2) Conectividad multimodal: Aerocafé no puede ser la única solución para la conectividad de Caldas. Es necesario desarrollar un plan integral que incluya mejoramiento de la infraestructura vial del departamento, reactivación del transporte férreo y aprovechamiento del río Magdalena como corredor logístico.
3) Alianzas público-privadas con supervisión internacional: Para garantizar transparencia y eficiencia en la ejecución de Aerocafé se debe explorar la posibilidad de una alianza público-privada (APP) con supervisión de organismos internacionales expertos en infraestructura aeroportuaria.
¡Este proyecto no puede seguir siendo un saqueo a Caldas disfrazado de desarrollo!
El aeropuerto del café podría ser una realidad, pero no a cualquier precio. No podemos seguir permitiendo que este proyecto se convierta en un simple mecanismo para el desvío de recursos públicos y el fortalecimiento de redes clientelistas. Los caldenses merecen un aeropuerto funcional con PISTA LARGA YA, no una pista imaginaria donde los únicos despegues son los de los dineros públicos.
Es momento de que la ciudadanía, los gremios y la academia exijan que Aerocafé deje de ser el botín de unos pocos y se convierta en un verdadero motor de desarrollo para la región.