Se le atribuye a Picasso haber dicho que cuando se es joven, se es joven para toda la vida. Merecida expresión para quien estuvo en labores hasta pasados los 90 años.
Caso entre nosotros de David Manzur, con acentuada creación, pinceles en mano, a los 94 dice desear resistir hasta los 120 puesto que la vida del artista es demasiado corta para cumplir con la ambición de obras.
No solo en el campo de las expresiones visuales se dan estos casos. En la ciencia, el pensamiento y en general en la cultura irrumpen personalidades que sobrepasan límites pensables de edad, con actividad en disfrute. Así, Alexander von Humboldt, en la frontera de los 90, con destino cumplido de una genialidad de productividad incesante.
La idea de juventud no se limita solo a la edad, es cuestión de espíritu. Si la salud ha permitido superar cronologías tempranas, con cuidado del organismo y actividad en las propias vocaciones, ese término puede ser extensivo a la adultez. No es cosa de consejos. Es propósito de cada persona delinearse su camino, mejor en un ambiente estimulante.
En Machado aprendimos que se hace camino al andar. No en la inactividad, en el sosiego de distracción. Cada día ha de ser un propósito ingente para cumplir la jornada, con perspectiva de las siguientes, así el futuro depare sorpresas.
Pensando en estas cosas he acudido en especial al tratado de Cicerón: De senectute (Sobre el envejecimiento) escrito en el 44 a.C. Obra desarrollada a manera de tertulia, ambientada en el 150 a.C., con una serie de consideraciones, de permanente validez, para apuntalar las posibilidades de la persona mayor.
Se inculca perseverar en la disciplina, el ejercicio, la alimentación, las lecturas, las conversaciones en familia y amistades, incluso intergeneracionales, con el cultivo del respeto en la diversidad, y el compartir de alegrías y adversidades. La amistad estimula la esperanza.
Alimentar la curiosidad y mantener actividad en el oficio preferente, incluso en el cultivo de las plantas.
Se propone dar prioridad de atención a las facultades mentales, con lecturas, diálogos, estudio de temas de la fascinación de cada persona, sin faltar momentos de quebranto. Así podremos soportar las dificultades y superarlas para seguir el camino, con arreglo a los propósitos de vida.
Pasados los años, la idea de la muerte se vuelve palpitante. Cada vez se estará más cerca de ella. Entonces tendremos que meditar en lo inevitable y aceptar la situación del destino, con el buen deseo de abordarla sin mayores traumas en el ambiente que nos rodea.
Epicuro y Lucrecio consideraron que el miedo a la muerte es una pasión irracional e intensa, que afecta el pensamiento racional, con el peligro de caer en la obsesión.
Siempre es posible y deseable conquistar condiciones favorables de vida con los avances de la edad, dejando a un lado los temores infundados y los riesgos inútiles.
Por supuesto que en la sociedad hay gentes sumidas en condiciones fatales, de injusticia y pobreza alienante. Sin embargo, abundan los casos de superación de personas en esas condiciones que escalan en la educación y en la posición social, sin ser ajenos al altruismo.