El asunto crucial es el destino. En mi caso permanezco en el sendero sin coronar la travesía. He ido de sorpresa a algunos lugares y he tenido encuentros afortunados, con personalidades que estimulan por lo recio de su espíritu. Así ocurrió con mi encuentro en 1998 con la escritora Marcela del Río (1932-2022), en Ciudad de México, actriz, autora de obras de teatro, de cuentos, de novelas, de poesía, columnista de prensa, profesora universitaria en EE. UU.

Me recibió en su casa en calle Nubes No. 625 (Pedregal de San Ángel), con amplia y variada conversación sobre sus orígenes, sus estudios y desarrollos como escritora. Formada en ambiente familiar en las letras y la música. Su tío-abuelo, Alfonso Reyes, humanista de hondura, la tuvo de muy joven en la catalogación de su biblioteca. Cercanía de la que se nutrió por los diálogos, las enseñanzas en el fervor por la escritura.

En 1957 tuvo invitación para el “Festival por la paz y la amistad” en Moscú, para el cual escribió un monólogo, “Fraude a la tierra”, que interpretó personalmente en esa ocasión, con escenografía y música propias, al amparo de Enedina, el personaje protagónico. Como actriz representó un papel en “Fuenteovejuna” de Lope de Vega, en las plazas y atrios de las iglesias por todo México. Pero su vocación iba a la escritura.

Como becaria del “Centro mexicano de escritores” escribe “La tercera cara de la luna”. Ganadora de los premios León Felipe, Olímpico, el Juan Ruiz de Alarcón, etc. Alcanza especial reconocimiento en el teatro mexicano.

Le correspondió padecer, desde su apartamento por entonces, en el edificio Chihuahua, la masacre de la Plaza Tlatelolco o de las Tres Culturas, el 2 de octubre de 1968, con cientos de estudiantes asesinados por la fuerza pública desde helicópteros, incluso a su apartamento llegaron balas que rompieron un espejo por donde, un tanto resguardada, veía lo que estaba ocurriendo; al asomarse ve cantidad de cadáveres en la plaza. Además, vivió las rebeliones juveniles de ese año también en París y Checoslovaquia.

Acerca de la reivindicación de la mujer en la historia de la cultura, recuerda la existencia del “Ateneo de mujeres” creado en 1934 con funcionamiento hasta 1948, especie de eco del “Ateneo de la juventud”, integrado por hombres a comienzos del siglo XX. Mujeres aquellas recias, protagónicas, con voz pública. La conversación con Marcela se prolonga con temas uno tras de otro.

De todos los libros de ella hay en especial uno que me acompaña más de cerca: “Homenaje a Remedios Varo”, cuarenta poemas sobre respectivos cuadros de la pintora, de cuya obra dijo tener la mayor influencia, por encima de cualquier escritor de sus cercanías. Remedios Varo (1908-1963), española del transtierro, de obra singular, con detalle en la técnica y figuras en interrelación de los diversos seres, considerada en el surrealismo.

En la poesía de Marcela esa pintura se expande en islas, nieblas, llamas, caminos, abismos y escombros, con líneas oscilantes y versos rítmicos, de transformación personal.

Tuve frecuente comunicación con Marcela. Pocos años antes de su muerte preparó un singular poemario: “Marcela del Río responde a la Esfinge” y me solicitó escribirle el prólogo, lo cual hice con detalle: https://www.revistaaleph.com.co/marcela-del-rio-reyes-y-sus-respuestas-a-la-esfinge/