Las palabras derivadas de los verbos se forman añadiéndoles a su raíz los sufijos que las determinan, por ejemplo, de ‘deslucir’, ‘deslucimiento’. La raíz se obtiene quitándole al verbo la respectiva terminación (‘-ar’, ‘-er’ o ‘-ir’, según la conjugación), verbigracia, la raíz de ‘asesinar’ es ‘asesin-’, con la que se forman vocablos como el sustantivo ‘asesinato’. En su artículo sobre el ‘Área metropolitana’, el gobernador de Caldas, Luis Carlos Velásquez Cardona, inventó el sustantivo ‘emprendedurismo’. Así escribió: “...busca consolidar la vecindad heredada del proceso de la colonización antioqueña, cuyos referentes de unión, empuje y emprendedurismo aún persisten” (LA PATRIA, 15/11/2023). Mal construido, por descontado, el terminacho, de acuerdo con lo antes expuesto. Como la raíz de ‘emprender’ es ‘emprend-’, y el sufijo consagrado es ‘-ismo’, la palabra correcta sería ‘emprendismo’. Pero el sufijo ‘-ismo’ no indica ‘acción y efecto’, lo que sí hace el sufijo ‘-miento’ (‘-amiento’ e ‘-imiento’) con los verbos a los que se les pospone, como ‘hermanamiento’, ‘aturdimiento’ y, ¡cómo no!, ‘emprendimiento’ (‘acción y efecto de emprender’), el sustantivo que sí expresa castizamente la idea del gobernador. A propósito de este sustantivo, y no obstante su uso, fue asentado por primera vez apenas en la vigésima tercera edición de El Diccionario (2014), a pesar de tener en él desde hace mucho tiempo el verbo ‘emprender’ y el adjetivo ‘emprendedor’. 

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De los muchos oficios que tiene la preposición ‘a’ en la oración gramatical, uno de ellos es introducir complementos que indican el lugar hacia el cual se dirige alguno, por ejemplo, ‘iremos a La Merced la semana entrante’. Elemental. Y la preposición ‘en’, además de otros oficios, introduce complementos que expresan el lugar en que se realiza la acción del verbo correspondiente, verbigracia, ‘estudio en Medellín’. También elemental. Esta norma se aplica a la expresión ‘hacerse presente en...’, olvidada, sin embargo, por el columnista de El Tiempo Jotamario Arbeláez en esta información: “La Feria Internacional del Libro de Venezuela se está celebrando con Colombia como invitada de honor (...). A ella me hice presente” (Destacado, 15/11/2023). “En ella me hice presente”, o “a ella fui”, correctamente. ¿Tiene lógica la gramática? La tiene, la tiene. 

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El año consta o de seis ‘bimestres’ (períodos de dos meses), o de cuatro ‘trimestres’ (períodos de tres meses), o de dos ‘semestres’ (períodos de seis meses). No así para el editorialista de El Tiempo, que esto garrapateó: “...y de los datos más recientes sobre el producto interno bruto (PIB) del tercer semestre del año” (17/11/2023). Esto podría ser en un año de 18 o 24 meses, o en un calendario de meses de 15 días, o, de pronto, en otro sistema solar. No sé. De lo que sí estoy seguro es de que esta ‘descachada’ del editorialista se debió, no a ignorancia (¿o sí?), sino a un descuido (gazapo) monumental. 

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Titular de un editorial de LA PATRIA: “Alcalde Marín, no más por favor” (19/11/2023). Escrito así, sin la segunda coma del vocativo, quiere decir que el redactor le pide al alcalde que no diga más ‘por favor’, como decirle: “Alcalde Marín, no más autobombo”. En cambio, con las dos comas, sí expresa lo que le exige: “Alcalde Marín, no más, ¡por favor!”. Diferente, ¿no? Las comas del vocativo no son opcionales, y los signos ortográficos le dan ‘vida’ a la redacción. 

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Ni ‘más mejor’ ni ‘menos peor’. Al menos, en el lenguaje culto, como debe ser el del periodismo. Titular de una crónica de Geovanny Martínez: “Argentina escoge al menos peor” (LA PATRIA, 19/11/2023). Y el texto comienza así: “Votar por el menos peor...”. Los adjetivos comparativos ‘mejor’ (de ‘bueno’ -‘más bueno que’) y ‘peor’ (de ‘malo’ -‘más malo que’) no admiten esos adverbios, pues, por su naturaleza, los excluyen. La forma castiza de expresar la idea del periodista es ésta: “Argentina escoge al menos malo”, que equivale, ¡cómo le parece!, a ‘el mejor de los dos’.