Citas: “Tanto las ‘ollas’ de vicio como las ‘ollas’ de comida surgieron en los sesentas”. “...en los años sesentas de la nueva capital del Risaralda...” (LA PATRIA, Francisco Javier González, 5/2/2024). “...en los años sesenta...”, sin la ‘ese’ del plural. A propósito de esto, en abril del 2011 escribí lo que sigue: ‘Adalberto Agudelo Duque es un narrador, buen narrador. Fue la impresión que me quedó una vez leído y degustado su artículo “Óscar Jurado, inquilino del sueño”, publicado por Papel Salmón el 10 de abril de 2011. Sin embargo, debo glosarle la siguiente oración: “En mi opinión, Óscar Jurado fue el cerebro de la generación de los años cuarentas, o de los sesentas según se mire…”. “Los años cuarenta y los sesenta”, es lo castizo. Ya en el 2002, cuando aún escribía yo para el Correo Abierto de La Patria, le corregí esta corruptela a nadie menos que al doctor Antonio Mejía Gutiérrez, el inolvidable Toñito, de la siguiente manera: “Así como le ‘cantamos las cuarenta’ a alguien, o así como ‘acusan las cuarenta’ los jugadores de tute, así también es preciso decir ‘los años noventa, cincuenta’, etc.”. De los adjetivos numerales cardinales, el único singular, obviamente, es uno; los demás son intrínsecamente plurales. Éstos, por lo tanto, sólo admiten la desinencia de plural cuando se toman como objetos o entes independientes, que no tienen nada que ver con la idea que representa el numeral, por ejemplo, cuando la maestra les pone a sus pupilos la tarea de llenar una plana con ochos; o cuando se dice de un dibujante que todos sus noventas le quedan deformes.  
De Cervantes: “No traía arma ninguna, sino un rosario de cuentas en la mano, mayores que medianas nueces, y los dieces así mismo como huevos medianos de avestruz” (Don Quijote de la Mancha, II-XXIII).’ 
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 Si hay batallas perdidas, ésta es una de ellas: mi lucha contra las locuciones, en un noventa y nueve por ciento redundantes, ‘por parte de’ y ‘de parte de’, que se oyen en cualquier rincón de los lugares en donde se hable castellano.  Titular de Eje 21:“Corte Constitucional condenó bloqueo al Palacio de Justicia por parte de petristas” 9/2/2024). Germán Vargas Lleras escribió: “...nos hicieron recordar la Toma del Palacio de Justicia en 1985 por parte del grupo M-19” (El Tiempo,  11/2/2024). Y el día anterior, en el mismo diario, Noé Ochoa lo hizo así: “...que ardió al otro día durante la retoma por parte de las fuerzas del Estado” (10/2/2024). Suprima usted de las tres muestras las palabras ‘parte de’, y verá que la preposición, sin ayudas, expresan la idea (agente) de sus redactores. 
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En el mismo artículo, el periodista Noé Ochoa garrapateó lo siguiente: “Es urgente que se escuchen a las voces sensatas”. Hay dos formas de expresar este consejo: ‘que se escuchen las voces sensatas’, y ‘que se escuche a las voces sensatas’. Y el oído las aprueba. La norma es clara: cuando el complemento directo es indeterminado, no rige la preposición; cuando determinado, la exige. 
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Parece una muletilla del columnista de LA PATRIA Luis Guillermo Giraldo el empleo de la locución ‘más sin embargo’, usual en el lenguaje popular sin la tilde de ‘más’, pues con ella es el adverbio de cantidad, no la conjunción adversativa ‘mas’, redundante en esa expresión. La primera vez que se la leí fue en diciembre de 2023. Hoy, 10 de febrero de 2024, vuelvo a leerla en su columna sobre Helena y Penélope, en la que se valió de ella dos veces, así: “Más sin embargo, al otro día otros seguirán hilando”. “Más sin embargo, al otro día otros seguirán pensando”. ‘Mas sin embargo’, repito, es una expresión pleonástica, porque ‘sin embargo’, expresión adverbial adversativa, es suficiente para expresar esa idea. De ella enseña el diccionario de María Moliner: “Expresión adverbial concesivo-adversativa con que se alude a algo que, pudiendo causar o impedir cierta cosa que se expresa, no lo hace: ‘tenía motivos para enfadarme; sin embargo, no me enfadé’”