Las preposiciones tienen, cada una, su oficio propio en la oración, oficio que, por regla general, no pueden intercambiar. Caso puntual, el de las preposiciones ‘a’ y ‘de’, que introducen complementos circunstanciales opuestos: los de la primera indican ‘destino, inclinación, tendencia’ (‘voy a descansar’); los de la segunda, ‘origen, principio, procedencia’ (‘de Chiquinquirá yo vengo’). En su columna del 4 de diciembre de 2025, el periodista deportivo Esteban Jaramillo escribió: “Sin dependencia a los criterios exclusivos de los empresarios que empujan intereses oscuros” (LA PATRIA). “Sin dependencia de los criterios...”, porque en esa oración el complemento circunstancial ‘los criterios exclusivos de los empresarios’ indica el ‘fundamento’ de esa dependencia, no su finalidad. Por esto decimos ‘depender de alguno’, no ‘depender a alguno’. Lógicamente.
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Los números que designan años no llevan ni puntos ni comas ni espacios entre sus componentes. El columnista de Eje 21 doctor Hernando Arango Monedero siempre le pone punto al año que menciona, como en la siguiente oración: “...claro es que Iván Cepeda es un fuerte candidato a la presidencia y lo acompañan los que en el 2.022 acompañaron a Petro en la primera vuelta” (Eje 21, 5/12/2025). En el libro ‘Ortografía de la lengua española’ (2010), de la Real Academia Española, se encuentra esta norma: “Los números que expresan años deben escribirse sin ningún signo ni espacio entre sus dígitos: 1998, 2010. Es por lo tanto incorrecto escribirlos con punto: 1.998, 2.010”. Y así se escriben en todas partes.
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El adjetivo numeral cardinal ‘uno’ tiene femenino (‘una’) y se apocopa cuando precede inmediatamente al nombre masculino que determina. Elemental. A pesar de esto, cuando la forma femenina entra en composición con las decenas, ignoro la razón de ello, los que la expresan echan mano del masculino siempre, y siempre es siempre. En la transmisión de los Juegos Bolivarianos, le oí decir a uno de los narradores que ‘Colombia iba adelante con ciento cuarentaiún medallas’. Y en City noticias del mediodía, uno de sus reporteros, después de narrar un hecho terrorista en Cúcuta, dijo: “Treintaiún personas lesionadas” (Citytv, 6/12/2025). Correctamente, ‘ciento cuarentaiuna medallas’, ‘treintaiuna personas lesionadas’. Y esto no tiene excepciones. Entre paréntesis, en el juego de cartas, todos decimos ‘la veintiuna’ o ‘la treintaiuna’, no ‘la veintiún’ ni ‘la treintaiún’. Con la forma masculina de este numeral, y cuando se trata de porcentajes, es muy frecuente el uso de su apócope, equivocadamente, cómo no, por ejemplo, cuando dicen ‘veintiún por ciento’ en lugar de ‘veintiuno por ciento’, la forma castiza.
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‘Mío, tuyo, suyo’ son pronombres posesivos que, como tales, deben emplearse solos, sin el nombre que reemplazan, verbigracia, ‘este libro es el mío; aquél, el tuyo’. Norma, puede asegurarse, observada por todos. Pero hay otra, con frecuencia infringida, ésta: los pronombres posesivos, incluidos los plurales, no pueden hacer las veces de complementos circunstanciales de lugar, la violación más frecuente, como en las traducciones de las series de televisión y en esta muestra: “En otra ocasión tuvo que atravesar un parque sin luz, y sintió que alguien estaba detrás suyo” (LA PATRIA, Oasis, 10/12/2025). En esta construcción gramatical, el adverbio ‘detrás’ debe ir acompañado de la preposición ‘de’ para formar la locución preposicional ‘detrás de’, que introduce un complemento circunstancial de lugar, por ejemplo, ‘detrás de la catedral’. En la frase de ‘Oasis’, correctamente, ‘detrás de él’, porque el pronombre posesivo ‘suyo’, como lo anoté, no hace las veces de complemento circunstancial.
Nota: los plurales ‘nuestro-a’ y ‘vuestro-a’ pueden ser adjetivos y pronombres.