En latín, el verbo ‘propendere’ significa ‘inclinarse, estar pendiente, bajar (hablando del platillo de una balanza)’, y está compuesto por el prefijo ‘pro-’* y el verbo ‘pendere’ (dejar colgar los platillos de la balanza; estimar’). De él procede el intransitivo castellano ‘propender’: “Tener algo o alguien en sí mismo un impulso de naturaleza física o espiritual que lo induce a cierta cosa. ‘Propender a la melancolía’ ” (María Moliner). Por su significado de ‘inclinación’ o ‘tendencia’, su complemento debe ser introducido por la preposición ‘a’, no por la preposición ‘por’ –error muy frecuente–, como en la siguiente muestra: “Por supuesto, de manera natural ha propendido por la conservación del ecosistema ambiental...” (LA PATRIA, Elizabeth Ramírez Correa, 6/11/2025). Castizamente, “...ha propendido a la conservación...”. Algunos de sus muchos sinónimos, ‘tender, aficionarse, inclinarse, desear, querer, encapricharse’. *Nota: el prefijo ‘pro-’, como parte del verbo tratado, significa ‘progreso’. En otros compuestos, ‘sustitución’ (‘pronombre’); ‘ante, delante’ (‘prólogo’); ‘publicación’ (‘proclamar, promulgar’), y ‘negación’ (‘prohibir, proscribir’).
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Los pronombres personales de tercera persona, masculino y femenino (‘él, ella’), tienen formas distintas para el acusativo (complemento directo) y para el dativo (complemento indirecto). El acusativo, ‘lo’ (masculino -‘lo buscó’-) y ‘la’ (femenino -‘la elogió’-); el dativo, ‘le’ (para ambos géneros, -‘le dijo a él, le dijo a ella’-). El uso del dativo por el acusativo se llama ‘leísmo’, más común en España, pero que se oye y se lee por estos lados, como en el siguiente ejemplo: “Nadie se pone de pie al oír el Himno Nacional y mucho menos que se quitan la gorra para escucharle o cantarle” (Eje 21, Gustavo Álvarez Gardeazábal, 8/11/2025). “...para escucharlo o cantarlo”, porque en ambos casos, ‘lo’ es complemento directo (acusativo), pues tanto el verbo ‘escuchar’ como ‘cantar’ son transitivos. Elemental. Hay que anotar, además, que esos pronombres, en sus dos formas, tienen plural (‘los’, ‘las’, para el acusativo; ‘les’, para el dativo). Es frecuente, en el caso de este último, el empleo del singular por el plural, por ejemplo, “...ampliar los términos para ejecutarlas y eso puede resultar riesgoso porque se le abre espacio a los retrasos” (LA PATRIA, editorial, 14/11/2025). “...se les abre espacio a los retrasos”, así.
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Increíble, como para Ripley, esta publicidad del Club Manizales: “Vínculate y se parte de la familia Club Manizales” (LA PATRIA, Papel Salmón, Gustavo Vargas, líder comercial, 8/11/2025). Y es increíble, porque ni el que la ideó y realizó, ni los que la encargaron y aprobaron se dieron cuenta de los dos errores protuberantes de que adolece: el primero, una tilde mal colocada, que convierte en sobresdrújula una palabra esdrújula –‘vincúlate’–, y el segundo, la falta de la tilde en la palabra ‘se’, que le cambia por completo su naturaleza, pues de inflexión verbal –‘sé’, primera persona del presente de indicativo del verbo ‘saber’ (‘sólo sé que nada sé’) y segunda persona del singular del imperativo del verbo ‘ser’ (‘sé parte de’)–, la que pide el texto, pasa a ser el pronombre reflejo de tercera persona ‘se’ (‘en este lugar la carretera ‘se parte’ en dos). Las tildes de algunos monosílabos castellanos no son opcionales. Tienen su razón de ser: ‘sí’ (adverbio de afirmación –‘así sí’– y pronombre personal de tercera persona –‘volvió en sí’–); ‘si’ (conjunción condicional –‘si el país sigue así, apague y vámonos’–);’tu’ (adjetivo posesivo de segunda persona –‘tu casa’–); ‘tú’ (´pronombre personal de segunda persona (‘tú estás equivocado’), etcétera, etcétera. Quisquillas, sí, pero de suma importancia.