En la última semana de octubre de 2025, cuando el huracán Melissa devastó la isla de Jamaica, los medios de comunicación la llamaban ‘zona catastrófica’. Equivocadamente, cómo no. Ello es que ‘catástrofe’, sustantivo del que se deriva el adjetivo, es un acontecimiento que trae consigo destrucción de grandes proporciones, muchas veces con pérdida de vidas humanas. Viene del griego ‘katástrophé’, a través del latín ‘castastropha-æ’ (‘catástrofe, cambio de fortuna; desenlace de la trama en la fábula’). Puede aplicarse también a declaraciones o decisiones imprudentes de personajes influyentes, con efectos perjudiciales para un individuo o para una comunidad. Entonces, el adjetivo ‘catastrófico’ califica todo aquello que produce efectos desastrosos, materiales o morales: un accidente vehicular catastrófico, un derrumbe catastrófico, un huracán, un terremoto, la muerte de un ser querido... Pero no pueden calificarse así los lugares donde estos sucesos se presentan, como la isla de Jamaica. Los adjetivos calificativos para esta zona del Caribe después del paso de Melissa pueden ser ‘devastada, destruida, arruinada, arrasada’, pero no ‘catastrófica’.

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El uso del adjetivo ‘mismo-a’ para referirse a un nombre ya mencionado, y aceptado por algunos y rechazado por muchos, es frecuente en el lenguaje periodístico, como en el siguiente ejemplo: “...en el marco de la celebración del Día Mundial de las Ciudades por parte de ONU-HABITAT, haciendo una reflexión sobre la importancia de las mismas frente a los desafíos presentes...” (LA PATRIA, Alejandro Barrera Escobar, 2/11/2025). Aunque lo he defendido, me parece que no es apropiado en el lenguaje literario y que, por lo tanto, debe buscarse otra manera de expresar la misma idea, por ejemplo, en este caso, con el pronombre personal ‘ellas’ o, mejor, con el adjetivo posesivo de tercera persona, ‘su’, así: “...sobre la importancia de ellas frente a...” o “...sobre su importancia frente a...”. La que más le convenga a la redacción. Es censurable, además, la presencia de la innecesaria locución ‘por parte de’ –plaga de plagas–, pues, como lo he señalado con frecuencia, la preposición ‘por’, ella sola, desempeña su oficio a cabalidad. Lo mismo se puede decir de la preposición ‘de’ en la misma locución y, por supuesto, en otros casos, verbigracia, ‘recibió el pase de...’, no, ‘lo recibió de parte de...’, como lo dicen los narradores de fútbol cada segundo... ¡Uf!

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Una consonante hace la diferencia. Aludo a los verbos ‘encausar’ y ‘encauzar’, que don José Jaramillo Mejía confundió en esta declaración: “...que erradicó el desgreño y la corrupción con severos castigos y encausó el país por altos índices de calidad de vida de sus ciudadanos...” (LA PATRIA, 3/11/2025). “...encauzó al país...”*, es decir, ‘lo puso en su debido cauce’ (de aquí la ‘zeta’), pues la idea que el columnista quiso expresar fue la de ‘dirigir al país por un buen camino para que los ciudadanos tuvieran calidad de vida’. ‘Cauce’ viene del latín ‘calix-icis’ (“1330. Tubo de cobre o bronce en las conducciones de agua, primitivamente ‘vaso para beber’” - Corominas). Sinónimos, ‘dirigir; enseñar, educar’. En cambio, ‘encausar’ es “formar causa a alguien, proceder judicialmente contra él”. Y ‘causa’, en esta definición, es la “tramitación por un tribunal de justicia de una acusación contra alguien, para determinar su culpabilidad y la sanción que le corresponde” (M. Moliner). Sinónimos, ‘enjuiciar, procesar, empapelar’.

*Nota: es éste uno de los casos en los que el complemento directo (acusativo) rige la preposición ‘a’ para ‘determinarlo’.