En días de vacancia regreso a Manizales. Amo profundamente esta tierra. Camino sus pendientes con el sosiego del regreso a casa. Aquí busco el mejor antioxidante que conozco: la amistad y la habladera.
En esos escenarios que tanto me divierten- una mesa, un café, una tribuna improvisada, una esquina cualquiera- renuevo mi vínculo emocional con el Once Caldas, como si el club me reclamara lealtades.
Charlo de fútbol sin prisas. Me pierdo entre partidos de aficionados, copas navideñas, no me niego a remembranzas, escarbo en la memoria, un placer compartido con los amigos. Con ello me burlo de la soledad, la dejó afuera como a la guayabera.
Frecuento charlas con Hernán Darío Herrera y su grupo. Siempre sustanciosas. En ellas tomo contacto con la realidad, distinta a la “Verdad virtual” prefabricada por predicadores turbios que lanzan dardos en las redes.
Veo lo que se hace, el rigor de los entrenamientos, las pizarras tácticas y sus retoques, la insistencia en corregir errores, la seriedad de la pretemporada, el compromiso que nace desde el pasado reciente, con sus enseñanzas.
Soy testigo de la danza de los nombres, los que se estudian para firma. Los que se escapan por la intromisión de los empresarios o los que sus clubes protegen como tesoros.
La necesaria adaptación a las ausencias. Se fue Mateo, llega Tomás reforzado. También las lesiones por el desgaste de la temporada, sin pronóstico grave, por parte del médico Vinasco. Casos, Aguirre, Barrios y Robert Mejía.
Asoman desde las inferiores Rincón y Kevin Villada, mientras la continuidad de Quiñones e Ibarguen, con vínculo laboral vigente sigue en controversia. Conozco los nombres que se pretenden. Futbolistas que por su pasado son referentes.
También los que se ofrecen con hojas de vida adornadas e irreales, prometidos como figuras procedentes del exterior. Los recomendados que buscan un nuevo aire y aquellos que quieren una oportunidad.
Las ofertas por Jefry Zapata y Juan Cuesta, no se estudian por ahora. El propósito es consolidar la nómina existente. Prometí silencio. No puedo defraudar. Ya no me desvelan las primicias. Logré dominar esa ansiedad. Todo a su tiempo.
Mucho debe gestionar El Arriero, para lograr la paz de su vestuario. Especialmente en su cuerpo técnico para evitar las grietas por celos ante la incorporación de Carlos Valencia.
También debe mejorar las relaciones con la prensa y asimilar sin prevenciones la crítica.
Y para cerrar, ¿Qué tal un volante moderno, con pasado en Europa, dos de equilibrio, un diez que dé respiro al fútbol creativo y un extremo atrevido?. Por ahí va la cosa.