Los diagnósticos negativos se derrumbaron en el Once Caldas, por la versatilidad y el esfuerzo de sus jugadores, dispuestos, de manera colectiva, a no desfallecer.
Implicados todos, sin reducir las cuotas de sacrificio, porque en torneos paralelos y exigentes como la Copa y la Liga, en los que hoy sobrevive, no hay otra forma de competir.
En conexión aplaudida entre el juego y el balón. Entre los futbolistas y los aficionados. Entre los micrófonos de los periodistas y los directivos.
Las fortalezas físicas, la intensidad en las marcas, la habilidad en zonas creativas en el control del balón, apoyadas en velocidad y voracidad, son el origen del protagonismo positivo que fecha a fecha se ve.
Sin embargo, permítanme reflexionar.
Quisiera saber qué hay en la cabeza de Dayro Moreno, dulce por estos días con el gol, cuando se le extravían los caminos para anotar.
En la de "El Arriero" Herrera ante los comentarios descalificadores de la prensa nacional, antipática o indiferente ante su gestión.
En la de James Aguirre, el portero de ágiles atajadas, cuando, al calentarse los partidos, pierde el control.
En la de Mateo García e Iván Rojas, cuando no ubican bien su posición, disminuyen su capacidad de corte y quite, sin darle la adecuada distribución al balón.
En la de Luis Palacios, después de sus veloces cabalgatas, destrozando marcajes, incapaz de encontrar la portería.
En la de Michael Barrios, cuando a sus gambetas las frenan con marcajes rudos, o cuando, al acelerar, reduce la distancia entre él y el arco rival y la visión de gol.
En la de Jefry Zapata, con su habilidad para minimizar a sus rivales, con acciones desequilibrantes, que pocas veces terminan en gol.
En la de Juan Patiño cuando los goles llegan por su sector sin la valoración justa a sus arranques por la banda y sus centros rasantes que buscan la red.
En la de Alejo García, especialmente por las críticas, a pesar de su evolución y su aporte significativo, para darle sentido al juego creativo.
En la de Juan Cuesta, rápido y ágil, si sus asistencias no siempre terminan con claridad, en opciones de gol, por su precipitud para levantar el centro o la ansiedad de sus compañeros a la hora de definir.
Como el fútbol nunca será perfecto, mucho tienen los futbolistas por corregir.