Fanny Bernal Orozco * liberia53@hotmail.com
Los dolores que acompañan cada desplazamiento en Colombia, son de tal atrocidad que difícilmente las víctimas pueden narrar, en medio del estrés postraumático en el que quedan muchas de ellas; no es fácil palabrear sus emociones y su pánico y aunque algunos de estos hechos son conocidos y denunciados a través de todos los medios de comunicación, además de las redes, se convierten en estadísticas, fotos de un día y desafortunadamente, se ‘vuelven paisaje’.
Es doloroso escuchar que la mayoría de estas tragedias del presente, fueron anunciadas por distintos medios, en el país de la denominada ‘Paz Total’, pero que enfrentan la indiferencia de autoridades que, con discursos vacíos y alejados de la realidad, dan explicaciones ridículas que no se compadecen con la barbarie.
Así, miles de familias -viejos, mayores, niños, adolescentes- huyen de sus casas, de sus tierras, sin poder llevarse nada, sólo con el miedo y el dolor en sus ojos y el hambre en sus cuerpos, sin saber a dónde llegar, ni cuál podrá ser ese refugio que los proteja, para estar más seguros.
Autores como Burbano-Bravo, 2022, expresan, que las personas que han sufrido desplazamiento sufren diversas afectaciones emocionales como resultado de los hechos de violencia y barbarie que han tenido que vivir a nivel personal y familiar, lo que les ha dejado huellas y traumas que alteran notablemente su salud física, emocional y mental.
- ¿Cómo se afecta la salud emocional, mental y física de las personas desplazadas?
Son diversos los síntomas que acompañan a las personas desplazadas, entre ellos: ansiedad constante, miedo, estrés, rabia, tristeza, llanto frecuente, dificultad para conciliar el sueño, pesadillas, taquicardia, pérdida de peso, cambios en la presión arterial, terrores diurnos y nocturnos, pensamientos irracionales e intrusivos, ideas de muerte, desconfianza y aislamiento, autolesiones, ideación suicida, soledad, duelos perennes, desnutrición, entre otros.
A esto se suma la sensación de sentirse perseguidos y en constante riesgo y amenaza además de desolación, indefensión, desesperanza, pesimismo, baja autoestima, pobre regulación emocional, síntomas de depresión, desmotivación para seguir con la vida, para buscar nuevos rumbos y emprender nuevos retos.
Una señora en un semáforo de la ciudad, afirmó:
- 'Después de haber estado en la finca con lo necesario para vivir con dignidad, llegar a una ciudad como esta, es muy doloroso, uno es tratado como un intruso o un delincuente, además para la mayoría de las personas somos invisibles'.
Para las personas desplazadas, el estigma y la discriminación son asuntos muy dolorosos y en ocasiones debido a esta situación, se exponen a realizar trabajos denigrantes en los que son explotados laboralmente, con paupérrimos pagos por el tiempo trabajado.
Algunas víctimas pasan por estrés postraumático (TEPT), y los síntomas que lo acompañan pueden permanecer según algunos autores, tres meses y aún más, después de ocurridos los hechos de violencia. Sus vidas se han roto, lo que antes tenía significado, hoy es solo un recuerdo, y como si esto no fuera suficiente, los entes gubernamentales mantienen una indiferencia deshumanizante, frente a un drama que es cada vez más cotidiano y cercano.
* Psicóloga - Docente titular de la Universidad de Manizales.
www.fannybernalorozco.com
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