Fanny Bernal Orozco * liberia53@hotmail.com
A muchos de los políticos y dirigentes de nuestro país les falta educación, madurez, capacidad de observación, de reflexión, de humanidad. Sus intereses son personales y lo que menos tienen en sus agendas son proyectos y tareas para beneficio colectivo.
Sus discusiones diarias, desde que se posesionan (para sólo hablar de los actuales) se centran en especular acerca de quienes se quedarán con el poder en el año 2026. Eso es lo que los ocupa desde su primer día de su posesión, para eso tienen todo el tiempo y una gran motivación.
Esta situación se ha hecho más evidente en estos momentos, con la tan manoseada reforma a la salud, con la cual es fácil darse cuenta de cómo este asunto se politizó por completo, pues vemos que no solo se ataca a las EPS, sino a los pacientes, con irresponsabilidad e indiferencia.
Ellos, los políticos, no se detienen a pensar en las dramáticas estadísticas que día a día muestran los medios de comunicación, sobre los pacientes no atendidos por diferentes patologías, dolores físicos, dolores emocionales, problemas de salud mental; o aquellos que requieren cirugías o continuar con su tratamiento médico y sus fármacos los cuales, si es que se suministran, se dan parcialmente y en la generalidad de los casos, no entregan ninguno.
Según el diario El Tiempo del 8 de abril del año en curso: ‘El año pasado cerraron de manera temporal más de 14.530 instituciones prestadoras de salud y hubo 4.628 cierres definitivos de servicios y aunque se han abierto otros, el déficit ronda los 5.000’.
Una de las consecuencias de esta dramática crisis, son largas filas en los sitios que dispensan los medicamentos desde muy tempranas horas del día. Vemos personas haciendo colas, tanto de la ciudad, como de otras poblaciones. Pacientes que hacen un gran sacrificio para llegar a la ciudad y que desafortunadamente reciben -la mayoría de veces- sólo respuestas negativas a sus interrogantes, indiferencia y tratos despectivos de quienes están detrás de los mostradores.
En palabras de María Cristina Palacio, socióloga y profesora universitaria, cabe hoy la siguiente pregunta: ‘¿dónde queda el derecho a la salud?’
La respuesta no va muy lejos: es el negocio perverso entre algunos políticos con las farmacéuticas, gracias a considerar la salud como una mercancía que enriquece a unos, a costa del sufrimiento, el dolor y la muerte de muchos otros.
Es la gran paradoja de los derechos: prima el interés particular sobre el beneficio colectivo; porque la acción política es ajena al sentido ético y moral de quienes toman las decisiones en este país.
A tal punto hemos llegado que la tutela un medio utilizado con excelentes resultados en los primeros años de su aprobación, hoy podemos decir que es un ‘saludo a la bandera’, pues son miles y miles las que están acumuladas en los anaqueles de los juzgados, puestas por los usuarios de la salud y con fallo favorable para los mismos, pero desacatadas olímpicamente por las mal llamadas 'prestadoras de salud'.
Según la doctora Adela Cortina, catedrática de ética y filosofía política: “Ninguna sociedad puede funcionar si sus miembros no mantienen una actitud ética. Ningún país puede salir de la crisis si las conductas inmorales de sus ciudadanos y políticos siguen proliferando con toda impunidad”.
Así mismo es inmoral la indiferencia ante la salud, la enfermedad y la muerte de tantos seres humanos. Dan vergüenza estos dizque ‘padres de la patria’ que, de manera paradójica, se oponen a la eutanasia como un derecho a morir con dignidad y sin dolor; mientras que la eutanasia pasiva -que significa dejar morir a las personas, sin recibir ningún tratamiento se practica a diario en nuestro país-, con dolor y sufrimiento, ante la indolencia y los comportamientos indecentes de los dirigentes.
* Psicóloga - Docente titular de la Universidad de Manizales.
www.fannybernalorozco.com
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