Fanny Bernal Orozco * liberia53@hotmail.com

 

- ¿Ha estado usted enfermo?

- ¿Cómo es su vida cotidiana cuando se siente mal físicamente?

- ¿Alguno de sus seres queridos se ha enfermado?

- ¿Ha sido cuidador de alguien enfermo?

- ¿En ocasiones ha perdido las esperanzas?

- ¿Ha sentido indignación por el trato que ha recibido en alguna empresa de salud?

- ¿Ha visto cómo son tratados los enfermos graves en algunas urgencias?

- ¿Ha hecho alguna reflexión sobre esto con amigos o familiares?

- ¿Cómo han sido sus respuestas emocionales?

 

Estas preguntas son un pretexto para comenzar a tocar un asunto que cada vez cobra más vidas en nuestro país y que genera quiebres emocionales, pérdidas económicas, estrés, ansiedad, indignación, y hasta depresión.

Lo anterior es algo que las estadísticas por fallecimientos no comentan. Es el dolor y el sufrimiento de pacientes, familias y amigos en la difícil tarea de cuidar y acompañar, no en el proceso de una enfermedad y su recuperación, sino en el camino final como consecuencia de las barreras para recibir una oportuna y pronta atención de los síntomas. Se suma la dificultad para la adquisición de medicamentos y poder tener acceso a citas y tratamientos dignos y respetuosos. En fin, somos hoy testigos de una decadencia ética en todos los sentidos.

Y mientras tanto, los dirigentes que tendrían que solucionar este asunto que afecta a tantos seres humanos, se reúnen sin asomo de vergüenza a hablar de política y a tener discusiones bizantinas que no remedian nada. Cada uno pensando en su futuro, en ver en que bus se montan y cuál les genera más beneficios y réditos personales y económicos. Eso sí es, lo único que les importa.

En el diario El Tiempo del 6 de diciembre, Diego Gil, director de Fecode, sostiene: “La situación con Nueva EPS es una emergencia humanitaria”. Declara además que han tenido que judicializarlas y como si eso no fuera bastante, el ministro de Salud, asevera no saber adónde van los recursos.

Por otra parte, entender que alguien muere por falta de atención, es muy doloroso y deja un sabor de amargura en los dolientes que han acompañado el viacrucis de sus seres queridos: noches, días, semanas, meses, esperando citas, cirugías, tratamientos, medicinas y, en esa espera, la que llega, es la muerte.

Así lo afirma una consultante quien expresa que nunca se dio por vencida al buscar las citas para su esposo, varias de ellas canceladas por compromisos de los profesionales, en otras no había agenda, se había caído el sistema o se había terminado el contrato con esa entidad.

Señaló que tenía que dejar solo a su esposo para hacer colas y pedir las citas. Asegura que ‘el trato fue inhumano’, ahora el esposo está en un sitio en el cual no hay que hacer colas, ni perder la dignidad para que siquiera le miren a los ojos.

No se puede hablar de paz total, cuando los derechos se vulneran de manera sistemática e indecente y la salud emocional se afecta por la indiferencia, la falta de empatía, la corrupción y el cinismo y la desfachatez de quienes deben velar por el bienestar de los colombianos.

 

* Psicóloga - Docente titular de la Universidad de Manizales.

www.fannybernalorozco.com

 


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