Fernando-Alonso Ramírez
Periodista y abogado, con 30 años de experiencia en La Patria, donde se desempeña como editor de Noticias. Presidió el Consejo Directivo de la Fundación para la Libertad de Prensa en Colombia (Flip). Profesor universitario. Autor del libro Cogito, ergo ¡Pum!
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Escribió esta semana en La Patria, Fuad Gonzalo Chacón, experto lector, que cuando él crecía, pensaba que la literatura latinoamericana había que dividirla entre quienes preferían la obra de Gabriel García Márquez y entre quienes optaban por la del peruano Mario Vargas Llosa, ambos premios Nobel de literatura.
Tiene razón el columnista en que esta fue la imagen con la que crecimos algunas generaciones que no tuvimos la fortuna de entender en tiempo real que lo que se conoció como el Boom Latinoamericano fue también resultado de las amistades cómplices en la literatura de estos mismos personajes, o de Cortázar, o de Fuentes, y de tantos otros, como nos prueba el libro Las cartas del Boom del que ya hablé en otra ocasión.
Por eso resulta muy interesante la mirada que hace el también peruano Alonso Cueto de la obra del más conocido de los autores de ese país, y recientemente fallecido, Mario Vargas Llosa. Y lo es porque Cueto fue además un pupilo aventajado de Vargas Llosa.
Un hombre de alguna manera cercano. Para algunos, heredero de la prosa de Vargas Llosa, e incluso han llegado a decir que puede ser el autor vivo hoy más importante de ese país. Bueno, yo no estaría tan seguro, pero es obvio que se trata de un escritor que tiene talento demostrado en obras varias, entre las que destaco la novela histórica La Perricholi.
En Mario Vargas Llosa - Palabras en el mundo. Alonso Cueto nos ayuda a aproximarnos a la obra del peruano. He contado que yo ingresé a la literatura de este personaje con la Historia de Mayta, es decir, cuando ya había escrito otros relatos por los que era mucho más reconocido y, aunque en un principio me costó muchísimo, luego, primero por obligación, porque venía Vargas Llosa a Manizales y había una posibilidad entrevistarlo, me devoré toda su obra en un par de meses.
Efectivamente encontramos en ella una idea de escritura de quien mira al propio Perú, que tiene personajes que se salen de los márgenes, que contiene denuncia y una preocupación por el respeto a las libertades, y también cuyos personajes tienen rasgos de heroicidad, en medio de sus malas actitudes éticas.
Leer libros como este ayuda también a que nos convirtamos en mejores lectores, porque cuando ya conocemos las obras y nos gustan por solo su escritura, es hora de dar un paso más y tratar de entender lo que hay en el metalenguaje, en la estructura pensada por el autor, en las obsesiones de quien las escribió. También es una forma de comprensión y nos permite pasar de la lectura literal a la inferencia y, como premio mayor cuando hemos evolucionado como lectores, a la lectura crítica que tanto se necesita para el desarrollo del pensamiento.
Eso es lo que hace Cueto, ahonda en la obra de Vargas Llosa y al tiempo en los momentos que él atraviesa y nos da cuenta del escritor de oficio, que era este personaje a pesar de sus debilidad por ser un celebridad. Y lo hace una persona que también sabe escribir, un hombre con ya más de 70 años, que ha tenido tiempo para segundas y terceras lecturas.
¿Por qué debemos mejorar como lectores? Es una pregunta para la que no tengo respuesta contundente, Pero yo, que tantas veces he afirmado que no podemos perder el gusto de la lectura por enloquecernos por las profundidades de cómo se hizo o de dónde vienen las ideas, cada vez estoy más convencido de que tenemos que trascender en la lectura. En tiempos en los que las máquinas parece que pensaran y expusieran mejor sus puntos de vista que nosotros, resulta fundamental trascender hacia mejor comprensión de los textos, que se vean reflejados luego en nuestras posturas frente al mundo y a la sociedad. Ese es el poder de la lectura crítica.
Como era de esperarse, me desvié de lo que quería decir. Así que mejor lean este texto, a Cueto, a Vargas Llosa y hablemos de libros y los invito a dejar esa idea de que si nos gusta la obra de García Márquez no nos puede gustar la de Vargas Llosa. Eso es lo más ridículo que se ha inventado el marketing. Las diferencias de ellos dos en su etapa madura no pueden ser para que tomemos bandos. La literatura no es una cancha de fútbol.
Subrayados
* A diferencia del cuento, que ofrece unas pocas situaciones que reflejan para siempre el destino y la identidad de sus protagonistas, la novela promueve el discurrir como expresión de la identidad.
* La diversidad es la venganza del rebelde frente al monoteísmo del poder: una respuesta al autoritarismo.
* Por lo0 general, la cultura de la rebeldía fabrica sus propias utopías.
Reproducción / LA PATRIA
Alfaguara publica de Alonso Cueto, Mario Vargas Llosa - Palabras en el mundo.
