Fernando-Alonso Ramírez
Periodista y abogado, con 30 años de experiencia en La Patria, donde se desempeña como editor de Noticias. Presidió el Consejo Directivo de la Fundación para la Libertad de Prensa en Colombia (Flip). Profesor universitario. Autor del libro Cogito, ergo ¡Pum!
Correo: editornoticias@lapatria.com
X (Twitter): @fernalonso
Llegamos a la mitad del 2025, y es un buen momento para revisar cómo vamos con los propósitos que hicimos por allá a finales del 2024. Vale la pena hacer un corte de cuentas, ya sea para replantear metas, trazar nuevos planes o reconocer logros que ni siquiera estaban en los proyectos originales.
En esta columna, la invitación es a revisar cómo va esa meta de leer un libro —¿al año, al semestre, al mes?—, según la constancia de cada quien, el tiempo disponible o si, tal vez, todavía no es un hábito en su vida. Si siente que está lejos de esa promesa, aquí le dejo algunas ideas para reprogramarse y retomar el camino:
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Leer no es una obligación. Muchos de quienes disfrutamos la lectura literaria hemos creado códigos que pueden hacer sentir mal a quienes no comparten este gusto por la lectura. Pero si alguna vez tuvo ese hábito y lo ha perdido, si recuerda que disfrutó de un buen libro, pregunte a quienes han leído más, qué títulos de ese estilo de obra que le gustó podrían interesarle. Tal vez así redescubra el encanto de pasar las páginas o decida sumergirse por primera vez en un texto largo. No le tema. Solo hágalo.
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Leer mejora las conversaciones. No se trata de pontificar sobre lo maravilloso que es leer, sino de compartir desde la experiencia: hablemos sobre el libro que nos gustaría que otros leyeran. Y si quiere convertirse en lector, converse con quienes disfrutan genuinamente de los libros y evite a quienes creen que si no se lee, no se es nadie. Nunca antes hubo tantos lectores en el mundo, ni habíamos estado tan obligados a usar esta competencia, porque las nuevas tecnologías así obligan. Quizá no se lean tantos libros como antes, pero sí se lee mucho, en muchas otras formas.
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Paso a paso. Si aún no es un lector habitual, póngase metas realistas: ¿10, 5, 2 páginas al día? Lo importante es empezar. Si le toma el gustico, pronto encontrará su propio ritmo. Ah, y volviendo al punto uno, no se deje desestimular porque alguien muy sabihondo considera que lo que tiene entre manos no es buena literatura. Nada, hágale, lea, que lo demás son prejuicios.
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Un libro en lugar del celular. Vivimos pegados al teléfono, entre aplicaciones y redes que capturan nuestra atención. Estudios han señalado cómo esta dependencia tecnológica puede generar ansiedad y hasta depresión. El libro puede convertirse en un refugio: lleve uno siempre consigo, y si tiene que esperar en algún sitio, en vez de abrir TikTok, abra el libro. Tal vez se sorprenda al descubrir que no siempre el que espera desespera. Y a veces hará fuerza para que el incumplido se tarde más, para poder terminar algún capítulo.
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Otra forma de leer. No es lo mismo, se lo aseguro, pero puede ser su opción. Los audiolibros podrían ser lo suyo. Hay una amplia oferta en línea de libros narrados para sus oídos. Es una forma de acercarse a la lectura que millones de personas ya disfrutan. Inténtelo. Quizás por ahí se abra una ventana al mundo de los libros.
Nunca antes el mundo necesitó tanto de lectores profundos. La velocidad con la que se multiplican las paparruchas —esas falsas noticias— nos obliga a fortalecer nuestras habilidades de lectura crítica. Necesitamos identificar fuentes confiables y resistir la tentación de replicar todo lo que nos llega sin pensarlo dos veces. Por eso es tan importante la competencia lectora, para que en la medida en que la comprendamos, la atesoremos, nos formemos para mejorar en ella, podamos ayudar a frenar esas paparruchas. La lectura es el principal componente de ello. Los lectores también caemos en esas trampas, pero casi siempre dudamos un poquito más y, como decía Descartes: en la duda está la verdad.
Lean así sea solo para tener una excusa para que Hablemos de Libros y para que cuando en diciembre hagan corte de cuentas, puedan decir, que cumplieron con el propósito del año pasado.