Todos los días nos encontramos con personas que, por su actividad y entrega, hacen la diferencia en el entorno de una sociedad. Los hay de distintas categorías, incluyendo los que tienen, o los que no, formación profesional. Ellos con su actividad humana logran sobresalir en un medio en el que no es fácil hacerlo. Se destacan porque su actividad deja marcas imborrables en el medio en que viven y actúan, en el cual entregan lo mejor que tienen para ponerlo al servicio de la gente. Muchas veces es más difícil de lo que parece en el entorno social.

Hoy voy a escribir de una mujer que ha dedicado buena parte de su tiempo al servicio de los otros, llevando la entidad que dirigió al máximo nivel de excelencia en la prestación de servicios. Hablo de Ángela María Toro Mejía, una mujer con formación en Gerencia Hospitalaria, que realizó como especialidad en Manizales hace ya muchos años; una persona que sirvió hasta el día en que trabajó, cuando se pensionó en el SES Hospital Universitario de Caldas, sin tregua, ni descanso.

Hace años cuando la Lúker fundó el SES tomó la parte de imágenes diagnósticas del Hospital de Caldas, que en ese momento se encontraba en decadencia y próximo a cerrar sus puertas. Eso no fue obstáculo para que implementaran lo que para la época era “última tecnología” en el servicio de radiología de la entidad. Cerrado el Hospital comenzó la reestructuración del centro asistencial, que incluyó su demolición completa para hacer un nuevo hospital en el que se invirtieron miles de millones de pesos. Terminada la obra, le fue entregada la administración al SES, que lo ha hecho desde entonces como una manera en la que una empresa próspera contribuye al equilibrio social, de la misma manera que lo hace la Fundación Valle de Lili en Cali.

Ángela María puso todo su empeño y organizó una entidad que volvió a ser universitaria y tiene altísimos parámetros e índices de calidad, con renovación permanente de tecnología, además de la ampliación a nuevos campos como es la Unidad de Oncología, que es de última generación y, que lo hacen un centro que es ícono de buena organización y buen servicio.

Su grupo administrativo es de calificación superior, sus profesionales médicos y paramédicos tienen certificada en su mayoría niveles de excelencia. Sin la visión clara y bien organizada de la razón de ser de una entidad prestadora de servicios y formación académica, Ángela dejó un legado que no es fácil de conseguir, para fortuna de la ciudad, de Caldas y de los departamentos vecinos. La dedicación, conocimiento y buen manejo administrativo y humanitario del Hospital lo hacen centro de referencia en lo social y académico en el panorama colombiano.

Siento un infinito gozo interior cuando sé que una persona como ella mantuvo la existencia del Hospital en el que estudiamos la mayoría de los médicos de Manizales, sabiendo que lo hizo con dedicación, conocimiento, y disciplina. Por todo eso, por su evidente valor personal, profesional y ético, Ángela María Toro Mejía merece un gran aplauso y el reconocimiento de todo el conglomerado en general, más el de los pacientes y médicos en particular. Es una persona digna de imitar.