Tenemos personas que por su actividad y su acción dentro de la sociedad en la que vivimos, se destacan y hacen parte del grupo de los muchos ciudadanos que, a su vida cotidiana, le suman situaciones que los hacen especiales y dignos de todo reconocimiento.
Conocí a un niño nacido el 2 de febrero del año 2000, en los inicios de la década, cuando su madre lo llevó a mi consulta porque tenía una pierna un poco más corta que la otra. Después de examinarlo, noté que tenía unas prominencias en su miembro inferior.
Le ordené unas radiografías y en efecto tenía una lesión benigna de hueso que se llama médicamente osteocondroma, que aparece desde las zonas extremas de los mismos, donde ellos crecen, principalmente en huesos largos, son en general benignos.
Cuando se encuentra en varios huesos se denomina osteocondroma múltiple, una lesión generalmente hereditaria que también es benigna.
En esa época el niño estudiaba y yo lo visitaba en su casa, donde se desenvolvía normalmente y estudiaba con juicio.
Utilizaba una bota con la que compensaba la diferencia. Su madre y su padre le dedicaban todo el tiempo y el cuidado, sin limitación alguna.
Fue así como siguió creciendo, con aumento de la diferencia de longitud y con un acortamiento de miembros inferiores y superiores, que contra todo lo que era de esperar no le impedían llevar una vida normal.
Ese niño que dejé de ver hace más de 20 años, hoy con 25 recién cumplidos, es un ejemplo de superación, además de ser la demostración de lo que vale y hace el mancomunado esfuerzo personal y la unión de una familia, a la que mueve un propósito común.
Cuando fue creciendo, necesitó el uso de muletas y a pesar de eso, nunca se dio por invalido, participó en los juegos paranacionales de tenis de mesa, en representación de Caldas, con el club Las Águilas, en los que obtuvo excelentes resultados.
Además de su participación en deporte, se convirtió en un experto en tatuajes, lo es de blackwork @paladink.tattoo y de @lag__design, actividad que realiza con alto grado de profesionalismo.
Hablo de Alejandro Gómez Loaiza, un joven, hijo de Adriana Loaiza Ospina y de Vicente Gómez Botero, padres ejemplares que le han dispensado sin limitación alguna, todo el cuidado, el apoyo y el sentimiento que se le puede dar a un hijo, cuando se le ama de verdad.
Alejandro ha desarrollado habilidades físicas y emocionales que están por encima de las que tenemos la mayoría de las personas, siendo perseverante y optimista, con las características propias de un triunfador.
Triunfador no solo por sus logros, sino por su alegría de vivir, por el entusiasmo que generosamente comparte con su familia y sus amigos, por su capacidad para dar ejemplo en su rutina diaria a los que lo conocen y rodean.
Personas como Alejandro y por supuesto sus padres, en una sociedad que, en decadencia, hace notorios los logros de las personas que superan todos los obstáculos y los límites que la vida por acaso les impone, son dignas de toda la admiración y el aplauso.
Larga vida para Alejo.