Luca Burallo escribió un libro titulado: “El bambú colombiano, aliado estratégico para la ecosostenibilidad de los sistemas tropicales”, en el que da la importancia a la utilización del bambú y la guadua, conocida como “el acero vegetal”.
Su importancia viene de hace milenios, en China, donde fue utilizado por su resistencia para estructuras fuertes y duraderas, que no contaminan, ni alteran el medio ambiente.
Colombia ha sido un paradigma en su utilización para la construcción gracias a la visión del arquitecto Simón Vélez, pero especialmente a la capacidad inigualable para hacer obras, del arquitecto y diseñador Marcelo Villegas, un referente para lo que es la construcción con guadua.
Marcelo Villegas vive en Manizales al borde del precipicio que hay pasando el Monumento a los Colonizadores. Allí levantó su casa con ese material, que desafía lo que había sido conocido en la arquitectura, con un diseño interior hermoso, lleno de esa belleza que da la naturaleza cuando bien aprovechada y juiciosamente trabajada.
Sus diseños son reconocidos ampliamente. Ha trabajado sin parar en el perfeccionamiento de su utilización como materia de construcción, que de vivienda popular, como fue pensado inicialmente por Simón Vélez, se convirtió en el material de muchas de las más elegantes y costosas edificaciones de Colombia.
Él trabajó arduamente hasta conseguir convertirlo en polvo, con el que hace placas completas y fuertes que le sirven como medio natural y ecológico para ser resistentes y fuertes, esas que con un adecuado diseño forman un sistema de construcción ecológico hermoso y duradero, respeta la naturaleza y no contamina.
Para hacerlo realidad, le dieron la importancia fundamental que era la base de un trabajo no improvisado y bien estudiado, al equilibrio entre lo mineral y lo vegetal, como pilares del andamiaje de la construcción ecológica, con garantía de duración en el tiempo y resistencia a las más diversas y fuertes influencias de las arremetidas de la naturaleza cuando se vuelve violenta, con vientos, lluvias que parecen no tener fin y días de sol canicular que no son fáciles de resistir con otros materiales.
La guadua y el bambú son plantas de rápido crecimiento, que respetan el medio ambiente, siendo elementos que absorben altas cantidades de CO2, manteniendo medios naturales sanos y biodiversos que superan con mucha diferencia, lo que produce el uso de otros materiales.
Marcelo no se ha detenido allí, ha seguido investigando y desarrollando técnicas que hacen de esos materiales, verdaderos bastiones para un mundo futuro en el cual se quiera mantener el equilibrio de la naturaleza, sin la destrucción que producen las otras técnicas de ingeniería y arquitectura basadas en el cemento y el acero.
Bien lo dijo cuando afirmó: “Nos aseguramos de que cada proceso tenga el menor impacto en el medio ambiente. No usamos productos químicos nocivos. Solo pegamentos ecológicos, y nuestros residuos generan la energía indispensable para el funcionamiento de nuestras máquinas. El proceso es completamente sostenible”.
Marcelo ha escrito obras de diseño y arquitectura centradas en la guadua y el bambú, que con su magnífica descripción convierten el oficio de la arquitectura en un arte de excelencia sin par.
Por personas como él, la naturaleza tiene la posibilidad de manifestarse y contribuir a la construcción de un mundo mejor.
Por todo lo que representa, Marcelo merece todo el reconocimiento y el aplauso de los que defienden la naturaleza y siguen el principio que dice con claridad: “La naturaleza es para respetarla, no para dominarla y destruirla”.