Escribir sobre las personas que por su actividad hacen alguna diferencia, decente y legal por supuesto, con un trabajo social que, reconocido o no, es importante en el cotidiano, no es fácil en estos tiempos de culto a la superficialidad, la trivialidad y lo no importante, aunque eso sea muy popular.

Agregado a lo anterior los artículos que no sean denuncias de hechos reales incompletamente probados, o manejados como opinión personal no sesgada o distorsionada, no despiertan la atención en el lector, generalmente ávido de lo que son pequeños, medianos o grandes escándalos y acusaciones que no han sido judicializadas, porque eso hoy importa poco.

Por esos motivos escribo sin que me importen los índices de lectura que tenga. Decidí dedicarme un tiempo a reconocer los valores de las personas que, en nuestra sociedad, notorios o no, hacen la diferencia.

No escribo de los personajes muy importantes que ha tenido la región ya fallecidos, que serían muchísimos. Lo hago de gente que está viva y que realiza las acciones que me parecen dignas de elogio.

El lector puede estar de acuerdo o no con lo que escribo, eso hace parte de la vida y de las diferencias de opinión. Para mi ha sido un ejercicio esclarecedor, buscando las personas que me parezcan ejemplares en el cotidiano de nuestra sociedad. No es una tarea fácil, aunque muchos lo crean así.

Hoy escribiré sobre una persona que, en su oficio, ha dejado en alto su profesión, porque la ejerce con dignidad, honestidad y decencia. Fue estudiante de la Universidad de Caldas, en la que realizó su carrera profesional y su especialización.

Es médico, con especialidad en anestesia y cuidado intensivo. Ha ocupado el cargo de anestesiólogo en lo que fuera el Hospital de Caldas, donde además era el principal actor en la UCI. Lo fue del SES, actualmente trabaja en varias clínicas de la ciudad. Fue profesor de la Universidad con una excelente manera de enseñar y guiar a los estudiantes.

Nunca ha perdido el norte, se mantiene actualizado, como debe ser, en el ejercicio de un área que todos los días cambia con los nuevos descubrimientos y las nuevas tecnologías.

Además de ser un personaje ejemplar en su especialidad, no dejó de lado la ayuda a los pacientes que en esa época se llamaban de “caridad”, a los que les brindó los mismos cuidados que les dispensaba a los afiliados a distintas entidades o eran particulares.

Su determinación para mantenerse vigente es el resultado de su apego a los principios del arte médico, que han sido tan manipulados en los últimos años, en una profesión que desafortunadamente se ha ido llenando de inescrupulosos, sin ética, negociantes y mediocres.

Tiene además una familia ejemplar, tanto sus hermanos, como su esposa y sus hijos a los que ha dedicado todo el tiempo que le ha sido posible, en el ejercicio de su especialidad.

Es un reconocido opinador que escribe con lógica y buen criterio en las redes sociales, sin salirse nunca del más profundo sentido humanístico de la vida, que ha trajinado con intensidad y devoción, aprovechándola al máximo para estar al servicio de quienes lo necesitan.

Personas como Carlos Echeverry Bueno son dignas de admiración y respeto, esas que, por su capacidad de dar, merecen todo el aplauso y el reconocimiento de una comunidad en la que dejan todo, sin más limitaciones que las impuestas por el tiempo y la vida misma.