Llegamos a la semana 40 en la que hablamos de alguien que, por su vida, su actividad o su labor se destaca en la región, incluyendo la participación en obras sociales que benefician a los menos favorecidos, que por desgracia pululan, en un país en el que algunos sectores sociales viven todavía como si estuvieran en feudos, sin que les importe mucho lo que pasa con sus compatriotas.

El único objetivo que tienen en la vida es ganar, sin más meta que acumular sin medida y sin control.

Parce una tarea fácil, pero no lo es. Mas fácil es dedicarles el tiempo a las peroratas contra los corruptos, cosa que no está mal, o a los que son enemigos de los que escriben en los diferentes medios de comunicación, en un país en el que el periodismo, por desgracia, perdió su independencia y su dignidad, tomando partido político con recompensas económicas que los favorecen; eso cuando escribir no depende de que el personaje puesto en cuestión, no les pague, por no hacerlo. Parece mentira, pero es el pan cotidiano de nuestros medios de comunicación.

Hoy hablaremos de una familia levantada con el esfuerzo sin par que hicieron sus padres, que comenzando a trabajar desde la nada, fueron levantando una empresa o una actividad productiva que beneficia a la ciudad y a la gente que en ella vive o en ella pasa como visitante.

Hace muchos años llegaron a Manizales desde su país natal para comenzar una nueva vida. Al principio con optimismo y determinación. Eran conductores de buses intermunicipales, trabajo que hacían con decoro, esfuerzo y honradez.

Con ese trabajo fueron levantando los cimientos de las que serían sus empresas, que han marcado hitos inigualables en la ciudad y el departamento.

Don Arturo Eliseo López Álvarez vino con su esposa, Bugallo Vieitez.

Nacido en 1926, murió de un cáncer de colon en el año 2001. Tuvieron varios hijos, 3 mujeres y 1 hombre, a los que dedicó toda su vida.

Su esposa enfermó de una alteración neurológica irreversible, que acompañó sin descanso toda su familia, hasta el día de su muerte.

Después de haber hecho los primeros pinos con su trabajo, abrió un local en el Centro de Manizales para alineamiento y balanceo de automotores, que fue la base de su progreso.

Compró dos terrenos en la avenida Santander, en los que construyó el centro de diagnóstico automotor; un hotel, El Carretero, que manejó su hija Marina logrando convertirlo en un centro importante.

Adquirió los Termales en el Nevado, un hotel del Departamento, desvencijado, donde quedan las siete fuentes de las aguas termales que tiene Manizales. Su hijo Sergio logró que ese sitio se convirtiera en el hotel Termales del Ruiz, una belleza única en la naturaleza, con senderos, cascadas y muchas especies de plantas. El hotel tiene piscinas de agua termal, cerca del Parque Nacional Natural Los Nevados.

Sus hermanas, se dedicaron al centro diagnóstico y a la distribuidora Nissan, que manejan con decoro y eficiencia. Su hermano fue el principal accionista del Once Caldas, que vendió a Kenworth. Hoy Marina, mi gran amiga, vive en Santa Marta, en donde tiene un hotel en las laderas de Taganga.

Personas como Marina y sus hermanos, con la honestidad, con la que han manejado sus negocios, son merecedores de todo el reconocimiento y el aplauso de una sociedad a la que han beneficiado con su trabajo y sus buenas obras.