El 11 de abril de 1905, bajo la Presidencia de José Gregorio Rafael Reyes Prieto, conocido como el “General Reyes”, el Congreso de la República de Colombia expidió la Ley 17, en virtud de la cual se creó el Departamento de Caldas. Estamos cumpliendo 120 años de un hecho que, en términos de autonomía territorial, cultural e histórica, debería llenarnos de profunda emoción. Ojalá se hubieran activado las redes sociales, para que estas efemérides no pasen desapercibidas y podamos encontrar respuesta a la pregunta: ¿qué significa ser caldense?
Deberían abundar ofrendas, banderas, desfiles, foros, conferencias, notas de prensa, exposiciones, entrevistas, carteleras y recordatorios; en fin, tantas cosas para preservar la memoria.
Sólo espero no estar equivocado. Los 17 artículos que contiene la Ley 17 no solo decretaron la creación del Departamento de Caldas, sino que también dieron origen al Departamento del Atlántico, con capital en Barranquilla, y al efímero Departamento de Galán, en el sur de Santander, con capital en San Gil, que solo duró tres años. Por su parte, el municipio de Bogotá fue erigido como Distrito Capital.
Nacidos un mismo día y de un mismo vientre —Atlántico, Bogotá y Caldas— son tres entes territoriales hermanos que, curiosamente, no se hablan. Debe insistirse en que Caldas no fue solo el resultado de la segregación de la Provincia del Sur del Estado de Antioquia, donde se encontraba Manizales, sino también la sumatoria de dos provincias del Estado del Cauca: Marmato, con capital en Riosucio, y Robledo, con capital en Pereira.
Tiempo después, se agregaron territorios del norte del Tolima, lo cual permitió consolidar el departamento desde el oriente. Por eso, nuestro departamento es el resultado de la confluencia de una rica diversidad multicultural, de personas venidas de distintos territorios de la nación, y no un exclusivo y obstinado apéndice antioqueño.
El maestro Luis Carlos González Mejía, fallecido hace 40 años, hizo una adecuada interpretación sobre la configuración de nuestro territorio a través del bello bambuco e himno no oficial Caminos de Caldas: “Por los caminos caldenses llegaron las esperanzas de caucanos y vallunos, de tolimenses y paisas”.
El ambiente belicoso que acompañó el origen del departamento hizo que Caldas estuviera rodeado de gobernadores con grado de general: primero Alejandro Gutiérrez Arango, luego Marcelino Arango Palacio, y finalmente Ramón Jaramillo Restrepo, quien adquirió el edificio de la cárcel para el funcionamiento de la Gobernación. Este edificio resultó destruido con el incendio de 1925, lo que permitió la construcción del actual Palacio Amarillo.
Estamos ante una oportunidad de llenar de significado los símbolos de nuestro departamento. Estimular e institucionalizar el 11 de abril como el Día de la Caldensidad contribuiría significativamente al fortalecimiento de la identidad territorial, la historia y la memoria, más allá del simple flameo de una bandera amarilla y verde, que solitaria se iza ante la mirada indiferente de la gran mayoría de los caldenses. No basta con ser caldense; es necesario insistir en dar respuesta a la pregunta: ¿qué significa ser caldense?