La Resolución 1453 del 2009 marcó el inicio del desarrollo del Macroproyecto de Renovación Urbana de la Comuna de San José en Manizales.
En enero del 2010 comenzaron las demoliciones de las viviendas existentes. Este proyecto tenía como objetivo la creación de un centro urbano más desarrollado, revitalizando y mejorando la infraestructura física y los servicios públicos disponibles.
Se planteaba construir edificios residenciales, comerciales así como zonas recreativas, educativas y deportivas.
Sin embargo, 15 años después, el proyecto no ha cumplido con sus objetivos, resultando en un total fracaso urbanístico. Esto podría atribuirse a una combinación de factores como la falta planificación adecuada, problemas jurídicos y financieros, desconexión con la comunidad, ineficiencia en la gestión, falta de coordinación entre entidades públicas, desorden, ineptitud e improvisación administrativa.
Ante esta situación de incertidumbre y caos surgen oportunidades para aprender y reformular el proyecto. Todavía es posible construir un barrio excepcional que ofrezca calidad de vida a los futuros habitantes.
Es pertinente preguntarse: ¿Cuán vigentes son los innumerables estudios realizados hace más de 15 años? Una solución práctica para reactivar el proyecto podría ser que la alcaldía replantee y actualice sus estrategias. ¿No sería mejor implementar un nuevo plan parcial adaptado a la realidad económica y social actual, con una proyección a 20 años?
El municipio, al carecer de experiencia y recursos financieros suficientes para construir edificios residenciales, podría delegar esta tarea a inversores particulares con experiencia en el sector.
La venta de terrenos debe formar una estrategia de desarrollo urbano más amplia. Enajenar la tierra a los mejores postores, permitiría a los urbanizadores construir y comercializar por su cuenta y riesgo soluciones habitaciones y comerciales.
El terreno, uno de los pocos planos que existen en el centro de la ciudad, cuenta con buena accesibilidad, conexión a servicios públicos y vías.
Sería factible destinar ciertos predios no solo para vivienda de interés social (VIS) y de interés prioritario (VIP) sino también para vivienda de estratos 3 o hasta 4, haciendo más atractiva la inversión para los constructores, quienes con un buen diseño arquitectónico, podrían captar personas interesadas en vivir cerca de todo, en lugar de residir en los extramuros de la ciudad.
Los ingresos generados por la venta de terrenos podrían ser reinvertidos por el municipio en la misma comuna de San José en infraestructura social.
En conclusión, una alianza estratégica entre el Gobierno y los inversionistas podría garantizar el éxito de la reactivación económica de la ciudad y el bienestar de la nueva comunidad.
El Municipio debería aprender de experiencias exitosas pasadas, como la renovación urbana de la Baja Suiza, en donde Infimanizales obtuvo un buen precio por ese lote.
La constructora compradora ha ido construyendo y desarrollando todo un modelo residencial y comercial en el sector, generándole al fisco ingresos anuales constantes por el recaudo de impuestos prediales, industria y comercio y licencias de construcción.
¿Cuántos ingresos ha dejado de percibir el Municipio en los últimos años por no actuar en San José? Estos recursos podrían estar recaudándose si se hubieran construido las 4.500 viviendas planeadas.
Es fundamental que los errores cometidos en el “macrodesastre” de San José sirvan como lección para futuros proyectos, como la renovación urbana de la Nubia, en La Enea, una vez se construya el Aeropuerto del Café.
Este es el momento para corregir el rumbo y asegurar que estos desarrollos urbanísticos contribuyan al crecimiento sostenible de la ciudad.

Gabriel Eugenio Tobón Correa