Aumento de aranceles, suspensión de “ayudas” e imposición de sanciones, como medidas de emergencia aplicadas por la fuerza a sus vecinos y no por la razón, parecieran ser parte de un plan para recuperar la economía de Estados Unidos que no está en quiebra, y que a largo plazo terminaría yendo en contra de toda Norteamérica, ya que la Casa Blanca se olvida de que México y Canadá pueden cambiar de socios comerciales, sobre todo ahora que la economía global con China da un viraje hacia el oriente y que el comercio de Latinoamérica con el gigante asiático a quien EE.UU. también le declaró la guerra comercial con aranceles del 10%, ya supera US$480.000 millones.
Por fortuna, tras la posterior suspensión por un mes de los aranceles para Canadá y México, se cedió en la sanción, posiblemente porque a Trump no le convenía tener dos frentes abiertos en sus fronteras, cuando la sabiduría enseña que estos problemas se resuelven con negociaciones mediante acuerdos para las partes, pues de lo contrario dicha ruptura se convertiría en inconvenientes logísticos y en una caída exponencial del comercio bilateral, agravado por las consecuencias de las represalias que ya adoptó China, al gravar gas, petróleo, maquinaria y equipos gringos.
Con el anuncio de Washington imponiendo aranceles de un 25% para productos importados de México y Canadá, además de afectar en el corto plazo la competitividad norteamericana y de generar inflación interna, también quedó claro que la política arancelaria llevando incertidumbre al comercio latinoamericano invalida la región como destino para la relocalización de empresas, y también debilitaría la economía mexicana cuyo superávit comercial llegó a US$160.000 millones, al afectar sectores de mercancías que van al norte, como cerveza, aguacate, limón, azúcar, lavadoras, pantallas de plasma, componentes para autos, etc.
Si en el caso de México el principal detonante del conflicto fueron los migrantes, en el de Canadá la disculpa manifiesta ha sido que el territorio requería medidas para garantizar una frontera norte segura y ponerle fin al letal flagelo de drogas, aunque para otros expertos la verdadera intención de Trump pareciera ser el deseo de reestructurar el tratado entre los Estados Unidos de América, México y Canadá (T-MEC), como acuerdo comercial que fijó en 2020 las reglas para el intercambio de bienes y servicios entre los tres países. Recuérdese que el T-MEC propuesto por Donald Trump, y firmado en 2018, ha tenido ajustes.
Pero mientras para México el impacto resulta crucial, por ser el principal socio comercial de Estados Unidos, ya que envía más del 80% de sus exportaciones al mercado estadounidense, en el caso de Canadá el tema es relevante: mientras las exportaciones que en 2022 sumaron US$438.000 millones hacia el país del Tío Sam crecieron durante un lustro más del 8% anual, y los principales productos fueron petróleo crudo, gas de hidrocarburos y automóviles, también Canadá importa mercancías similares de EE.UU., que se favorece por un superávit comercial de servicios en una economía de US$680.000 millones anuales.