Gonzalo Duque Escobar

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Para el francés Marc Bloch (1886 -1944), cofundador de La Escuela de los Annales, quien señala que al igual que griegos y latinos como pueblos historiógrafos fueron nuestros primeros maestros, también el cristianismo es una religión de historiadores a diferencia de otros sistemas religiosos soportados en creencias y ritos de una mitología casi exterior al tiempo humano.

Subraya además que, si la incomprensión del presente nace de la ignorancia del pasado, también para comprender el pasado se debe saber del presente.

Si bien, los escritos como trazas visibles son la base de la historia, para poder generar un conjunto de información amplio y sólido, se requiere del concurso de otras disciplinas como la geografía, la economía, la sociología o la psicología, ya que para los científicos sociales, es obligatorio un acercamiento más amplio, que abarque no sólo datos empíricos de la historia, sino también el análisis de estructuras sociales, económicas y culturales a lo largo del tiempo, incluyendo la interpretación de tales dimensiones.

Para Colombia, con la Ley 1874 del 2017, por fortuna volvió a ser obligatoria la enseñanza de la historia, sin la cual no es posible la paz y la reconciliación desde el aula, no sobra que nos preguntemos para qué sirve esta disciplina en la que resultan imprescindibles los documentos, ya que son los vestigios de cuanto pensaron e hicieron nuestros antecesores, máxime si son pocos los pensamientos y actos humanos que trascienden cuando un mínimo accidente puede borrar sus huellas en el tiempo.

Entonces, debemos reconocer el esfuerzo de la Universidad de Caldas no sólo por haber implementado el Pregrado de Historia en el 2012 formando profesionales con sólidos fundamentos teórico-metodológicos, sino también la Maestría en Historia, ya que con ello se contribuye no solo a la formación de los docentes que enseñan historia en la educación pública de los niveles de básica y media marcada por el déficit en la formación a nivel de posgrados, y para salvar las debilidades de los mismos programas de pregrado.

Y respecto a los docentes, como pilares del pensamiento crítico y de la reconstrucción de la memoria histórica fundamentales para la democracia, la sociedad debe entenderlos y valorarlos respetando la autonomía institucional y libertad de cátedra; y ellos a su vez, además de implementar proyectos pedagógicos y de investigación amplios e incluyentes, mantener su compromiso con la formación continua para fortalecer sus capacidades y espíritu autocrítico en favor del pensamiento y conciencia histórica, como de la historiografía y didáctica.

Finalmente, con la historia virtual que cada vez cautiva más a los adultos e incluso al mundo escolar, se podría abrir el camino a una forma de historia original que acabaría con la idea de que el curso de los acontecimientos está predeterminado o que la sucesión de las civilizaciones obedece a un mecanismo indefectible.

Este recurso, es un nuevo modo de expresión histórica que explota las tecnologías más avanzadas para romper con la pasividad del lector de libros de historia.