Se cuenta que alguien acudió al psiquiatra y le dijo:
Tengo muchas pesadillas con un terrible dragón.
Tiene tres cabezas, doce patas, e infunde pavor con sus horribles bocanadas de fuego.
Soportaba una tremenda tensión nerviosa, no podía conciliar el sueño y estaba al borde del colapso.
“Puedo ayudarle, pero nos llevará unos dos años y le costará tres mil dólares”, dijo el profesional.
El paciente dijo que lo iba a pensar, se marchó y no volvió al consultorio para nada.
Un día el psiquiatra lo vio en un mercado, y le pidió que le explicara por qué no había regresado.
“Muy sencillo, doctor, me fui a mi casa, lo medité y me hice amigo del temible dragón”.
Nota: Hay quienes se curan cuando aman su enfermedad en lugar de maldecirla.
@gonzalogallog