Hace mucho vivían en la misma granja dos hermanos, uno soltero y el otro casado, se amaban y compartían las ganancias.
  Con el tiempo, el casado se decía a sí mismo: “¿Quién cuidará de mi hermano cuando envejezca?  Yo, con mujer e hijos tengo garantizada mi vejez, él necesita más que yo porque debe ahorrar para el futuro”.
  Entonces, en tiempos de cosecha, llevaba algunas noches un saco al granero de su hermano.
  El soltero razonaba así: “Mi hermano necesita más que yo porque tiene esposa y dos hijos. Son tres bocas y yo no tengo que mantener a nadie”.    
  Y con mucho sigilo dejaba un saco en el granero del hermano casado en la oscuridad de la noche, y se acostaba más tranquilo.
  Un día se levantaron a la misma hora y se encontraron a mitad de camino, cada cual con su costal a la espalda.   
  Se dieron un abrazo afectuoso y lloraron de alegría al ver cuánto se amaban. Eran solidarios.
@gonzalogallog