Hace años en un encuentro para mejorar en la meditación estaba una señora muy amiga de juzgar y criticar.
Se jactaba de que llevaba años meditando y de que era una persona muy espiritual y muy amante de Dios.
El Guía espiritual cada día le dedicaba tiempo a una persona para tener una charla de orientación.
El día que le tocó a esta señora el Guía le preguntó: ¿qué piensa de las personas que están en el encuentro?
Ella se despachó en juicios y críticas y también se alabó a sí misma por ser tan espiritual y meditadora.
El monje que orientaba le dio un espejo y le dijo: “Los demás son tu espejo y lo que juzgas ya lo tienes o lo vas a practicar para aprender”.
Luego agregó: “De nada sirve meditar sin amar y, sin amor, la espiritualidad de la que te jactas es un autoengaño”.
La señora ese mismo día se fue de ese lugar afirmando: “Este monje no sabe lo que dice. Soy muy espiritual”.
@gonzalogallog