Trabajar mucho y angustiarte por todo no es sinónimo de éxito o de lograr más cosas en la vida.  Deja que las cosas sucedan de forma natural, sin necesidad de controlarlo todo.
   No pienses que todo saldrá mal si así actúas. Cuando aceptas y fluyes todo se da mejor.
Una vida ajetreada nos aboca al estrés, factor de riesgo de muchas enfermedades. 
  Te hace infeliz y te roba salud, y también te bloquea e impide que saques todo el potencial que tienes.   
Nadie duda que la cultura del ajetreo tiene un efecto muy tóxico en las personas.
  Cada día dedica una media hora a relajarte, meditar y sintonizar con Dios. Practica la atención plena.
  Esa media hora te llena de paz y de luz. Te brinda calma, y entonces fluyes sin estrés.
El conflicto en cualquiera de sus formas indica resistencia y ella solo trae sufrimiento. En un río que fluye velozmente no hay resistencia, fluye rodeando grandes piedras.
El humano lo controla para sus propios propósitos, pero no aprende de él a fluir.
Hay calma si está ausente la resistencia que el pensamiento ha construido.
El sabio guía espiritual Krishnamurti vio la felicidad como un estado en el que se fluye.
El flujo es un estado mental en el cual estás completamente inmerso en una actividad. 
Se caracteriza porque se enfoca toda la energía en la tarea y lo haces en calma.
El concepto de flujo fue propuesto por el sicólogo Mihaly Csikszentmihalyi en el año 1975. Desde entonces se ha desarrollado en muchos campos y ha servido para no hacer resistencia. 

@gonzalogallog