Cuando amo y me amo de verdad, disfruto todo el tiempo de una perfecta, amorosa y bendita calma.
El amor me regala armonía, no hay batallas internas, y todo fluye sin agobios ni contratiempos.
La calma es como una brisa fresca que me envuelve, y llega a mi vida con aromas del cielo.
En comunión con Dios reina el sosiego, y estoy tranquilo, aunque el mundo se agite.
Con amor, todo se aquieta en mi interior, a pesar de que haya caos en el exterior.
Hay calma si vibro en amor a Dios, a mí, a todos, y la vorágine externa no me altera.
Comprendo que todo marcha como debe ser. El desorden y la confusión son parte de la evolución.
El amor me brinda un estado apacible y elijo irradiar esa calma a todos los que trato.
@gonzalogallog