Dice la historia que el Emperador Constantino y el Papa Julio I decidieron celebrar el nacimiento de Jesús durante la época que concentraba las fiestas más populares de Roma para favorecer la conversión. La Navidad, festividad cristiana que conmemora el nacimiento de Jesucristo se celebra el 25 de diciembre según el calendario gregoriano. A pesar de su origen religioso, esta fiesta es comúnmente celebrada por los ateos como fecha para reunirse con los más allegados. Su origen es romano y pagano.
Como espacio de reencuentro y fraternidad, la Navidad tiene su particular “espíritu”, no así sus expresiones que cambian dependiendo del sitio en el que se celebra. En este lugar del mundo solemos identificarla con el invierno, la nieve y el frío sin percatarnos que en países como Australia, Nueva Zelanda, Argentina o Chile viven ardientes veranos. Los símbolos del gorro, los abrigos gruesos, la bufanda y las tibias chimeneas son reemplazados por la playa, la ropa liviana y el mar: “…podrás ver, dijo un viajero, árboles de navidad sobre la arena y surfistas vestidos de Papá Noel”.
La noche de Navidad se celebra en familia, comiendo pollo frito en Japón, pavo en Estados Unidos o cordero asado en Grecia; como sean, estas celebraciones tienen el lugar común de sentir que se viven tiempos distintos, más alegres, esperanzados, fraternos, solidarios y plenos.
En Filipinas la Navidad dura 5 meses, empieza desde septiembre; no faltan quienes les dan un uso político a estas festividades como pasó con el dictador venezolano Nicolás Maduro, que las decretó desde octubre plantando un gran árbol de Navidad frente a la Comandancia de la Armada en el Centro de Caracas: una Navidad oficial decretada para enmascarar la crisis derivada del fraude electoral de días antes.
Nuestra tradición cristiana le otorga a la Navidad una connotación muy particular; prácticamente no hay lugar donde no se celebre, ya con expresiones y formas religiosas, ya como simples parrandas o jolgorios. En todo caso se mezclan lo religioso y lo pagano en una unidad festiva, alegre y pintoresca.
Caldas tiene dos eventos especiales que nos introducen a las festividades navideñas: la Noche de la Luz en Salamina y el concierto Bienvenida la Navidad, en Chinchiná. El primero tuvo origen en la existencia de una industria de pólvora muy dinámica que se vinculaba con especial devoción al homenaje que le brindaban las gentes a la Virgen María. Fue Orlando Toro director durante varios años de la Casa de la Cultura, quien le dio forma a este evento que se convirtió en un referente cultural del municipio.
Tuve la oportunidad feliz de asistir otra vez al Concierto Bienvenida la Navidad en Chinchiná. Lleva varias versiones, pero hacía algunos años no se hacía. La idea de realizar un gran acto cultural en Chinchiná que le diera identidad a este próspero municipio cafetero fue de Jorge Noel Osorio, actual notario primero de Manizales. Hizo causa común en 2008 con la alcaldesa Magdalena Builes y los dos le dieron vida a este acto de abrebocas a la Navidad. Mientras no se interrumpió, el concierto fue ganando connotación y reconocimiento. Ahora en 2024, el alcalde, Carlos Riveros, le apostó a la idea y entendió con Jorge Noel la importancia de crearle a Chinchiná otro producto cultural característico que se convirtiera en modelo turístico y cultural para Colombia y otros países. Tuvo una realización técnica y artística impecables. Convocó al pueblo de Chinchiná que se aglomeró en la plaza a más de 2.000 personas y se gozó un espectáculo digno de cualquier ciudad de aquí o de afuera.
Estos hechos nos reconcilian con la vida, y nos dicen que en Caldas somos capaces, de la mano de mecenas como Jorge Noel Osorio, de escapar de esta a veces nuestra tortuosa realidad.