“Los que fuimos del M-19 no aprendimos a hablar carreta”. “Si a los amigos de Efraín Cepeda se les ocurre negar la consulta popular, el pueblo va a borrar a esos congresistas de la historia de Colombia”. Estas son solo dos entre muchas de las amenazas directas, concretas, determinantes de Petro, y que se traducen en una triste realidad: Colombia asesinada por sus propios gobernantes.

Sabemos que los criminales del M-19 no hablan carreta, pues hace 40 años lo demostraron cuando, para proteger a los capos de la mafia, asesinaron magistrados, jueces y gente del común en el magnicidio del Palacio de Justicia. Hoy, con presidente de la República a bordo, siguen atentando diariamente contra la institucionalidad desconociendo fallos judiciales, decisiones parlamentarias, incitando a la violencia e insultando y disparándoles a los opositores.

Y cumplen: Un amigo de Cepeda que se opuso a la consulta popular (Miguel Uribe Turbay), se debate entre la vida y la muerte porque lo trataron de borrar de la historia de Colombia. Y al día siguiente demuestran que no hablan carreta, y nos inundan de muerte con atentados terroristas; y a renglón seguido presentan la ilegal consulta popular, acompañada de un mensaje extorsivo, con el que pretenden incendiar el país.

Después de amnistiarlos y perdonarles los crímenes más atroces, aparecen totalmente fortalecidos, pues sus alianzas con el narcotráfico, las mafias venezolanas, las Farc, el Eln, el Clan del Golfo y demás grupos criminales (que se mueven por los territorios nacionales con total autonomía e impunidad), sumado a la invasión de las instituciones que hoy dirigen en todos los frentes, los convirtieron en una fuerza criminal de alta peligrosidad.

¡Es nuestro Gobierno! El Gobierno elegido con votos. Con fraude, pero con votos. Un Gobierno que utilizó la democracia para llegar al poder, y lo primero que hizo fue acabar con la democracia. ¿Tendremos esperanza de recuperar las instituciones, ante esta atomización de los opositores y la pasividad de los defensores de la Constitución? ¡Mmmm!

¿Qué hacer con un presidente que se presenta ante el país y el mundo en un estado físico y mental deplorable y a quien, ante el atentado contra Miguel Uribe Turbay, solo se le ocurre una ridícula expresión en árabe con la que se le falta al respeto a la víctima y se denigra el país entero? Esta es la utilización de todas las formas de lucha, tan común en el mundo criminal y terrorista, elevada a la máxima potencia. Es el cinismo rampante de un ser mezquino y abominable.

-0-

Había escuchado que el odio es una forma atroz de sufrimiento. ¿Será esto lo que nos invade? Este sentimiento duele, carcome, mortifica y penetra el alma. Un trino ridículo; una incoherente alocución; un nuevo mensaje de agresión; o tan solo una imagen de Gustavo Petro, bastan para arruinar nuestro día.

Si esto es odio, lo reconozco sin vergüenza: ¡odio a Gustavo Petro! ¿Cómo no odiar al verdugo de Colombia? ¿Seré acaso el único? ¡Lo dudo!